Alianza Lima cortó orejas, rabo y patas sin ser octubre (Análisis)

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Tal como jugó Alianza Lima ante San Martín podría decirse que lo hizo como Dios manda. Con goles, buen fútbol, suspenso y dosis de emoción, clasificó a la final del Torneo del Inca para intentar su primer título del año.

Alianza Lima jugó como un equipo con oficio europeo pero sin traicionar su esencia sandunguera. Hizo los goles en los momentos precisos, con una calculadora en mano. Para hacer sumas y restas, sacar las cuentas que en este torneo los goles de visita valen oro.

No fue un partido fácil para los victorianos ante San Martín que tuvo la osadía de ponerse arriba en el marcador y de ese modo exigirle a los victorianos a que dieran todo lo que serían capaces. Alejandro Hohberg le puso sal y pimienta a un duelo que aun con la ventaja santa no había nada decidido.

El partido estuvo fuera de control en el segundo tiempo con la caída libre de los goles. 1 a 1 para Alianza con gol de Roberto Guizasola que no marcaba desde hacía un lustro. Alianza pasó al frente con 2 a 1, diana de Gabriel Costa.

El movido partido habría de traer más emoción. La gente en el Callao al borde de ataque cardíaco recibió el gol de Federico Freire y el 2 a 2. Fue luego 3 a 2 para los santos con gol de Alejandro Hohberg pero Atoche emparejó para el 3 a 3 final.

Los seis goles anotados hablan a las claras de un partido movido, alegre como una castañuela, cejijunto cuando San Martín le daba cuerda a su fe de no renunciar y pelear hasta el final.

El planteamiento de Guillermo Sanguinetti fue un acierto, con cambios al borde del colapso al sacar a Julio Landauri y dejar sin socio a Mauro Guevgeozián. Alianza Lima sin su dupla del gol funcionó con la táctica cambiada, con Cueva y Costa formando otro dueto que aportó lo suyo.

Esos cambios de ritmo que al otro lado Christian Díaz no supo hacer. Con la expulsión de Alejandro Hohberg se vio que se le agrietó el cerebro. Quizás con una hendidura mayor con Maná vestido como el más infame de la tarde al perder ese gol que un aprendiz de escuela de barrio, lo hacía.

Esa fue la diferencia que marcó el partido, prendido con luces de neón el argentino de Alianza Lima con la lucidez necesaria para hacer que su equipo cortara orejas, rabo y patas aun cuando falta mucho para octubre.