Aterrizaje forzoso y obligación de levantar vuelo lo más rápido posible (ANÁLISIS)

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La derrota ante Ecuador enlaza amargura y placer encubierto ante la evidencia de cierto sector que disfrutó del despiste, y otro sector, con más mesura, tomó el resultado como una ocurrencia futbolística.

Lo cierto es que la selección de Ricardo Gareca tuvo que hacer un aterrizaje forzoso ante el desastre que significó la caída y que obliga a corregir la ruta más temprano que tarde.

Se perdió en una noche paliducha y encorvada ante un rival que le sacó la careta a la selección peruana que dejó ver su peor rostro, de terror, en HD monstruoso para que no quede duda de que lo que vimos fue un equipo peruano deformado y sin jerarquía.

Los ecuatorianos golpearon el orgullo peruano, se dieron un festín futbolístico con bocanadas de maestría para exhibir en extremo las vísceras de un equipo peruano que de la noche a la mañana perdió credibilidad, se fue de bruces y le costará levantarse.

Falló el equipo y fallaron las individualidades. Fue una decisión triste observar que nadie quiso inmolarse y tomar con rebeldía la bandera de corregir el desastre.

Si antes aplaudimos las transiciones de Trauco y Yotún para que Cueva descargue al mejor ubicado en posición de llegar al gol, no se vio ello la noche en que debíamos dejar la garganta para celebrar el ‘día del hincha peruano’.

Por el otro lado Advíncula y Carrillo parecía que en el camarín habían dejado las credenciales de su fútbol avispado y profundo. Quisieron resolver por su cuenta y en el colmo de todo, ‘Bolt’ pecó de egoísta para negarle a la ‘Culebra’ la posibilidad de darle volumen a un ataque con posibilidades.

Mal Farfán. Intrascendente Raúl Ruidíaz y opaco ‘Orejas’ Flores se esperaba lo peor si no fueron capaces de anotar en el primer tiempo cuando Ecuador optó por hacer un globo de ensayo y observar las líneas trasnochadas. En el segundo tiempo, la tricolor cambió el libreto y jugando con mucha personalidad, metió a Perú en una camisa de fuerza. De la que no  pudo zafarse.

La presencia de Christian Benavente una vez más pasó del entusiasmo a la desilusión. Una carga pesada para el ‘Chaval’ que no encuentra alivio ni con el apoyo de los hinchas.

Se vio Perú en la necesidad de hacer un aterrizaje forzoso de su vuelo placentero y la obligación de Gareca de corregir la hoja de ruta y recuperar lo que se había avanzado. Hay cómo, es la mejor conclusión de una noche que debemos olvidar rápido. (Hugo Laredo Medina).