¿Qué le falta a “Jeffry”?

 

FUTBOLISTA DE ORIGEN HUMILDE
TRIUNFADOR A NIVEL MUNDIAL
MILLONARIO EN EUROS, DÓLARES, ETC…
Y… DERROTADO EN EL AMOR

Como para no creerlo, Jefferson Farfán Guadalupe, un futbolista de cuna más que humilde, cuyo talento se pulió gracias a la generosidad del profesor Constantino Carvallo, que lo prohijó junto a Paolo Guerrero, salvando a ambos de la calle, la palomillada y quien sabrá jamás cuántas cosas, para, acogiéndolos en su legendario Colegio “Los Reyes Rojos”, hacer estudiar a ambos, y atisbando su natural talento para el fútbol,  y sólo  dándoles oportunidad de practicar su deporte “cuando estudiaban adecuadamente y aprobaban los correspondientes exámenes”.

Andando el tiempo, ambos se iniciarían en las divisiones menores de “Alianza Lima”, club al cual ambos, han jurado volver al cierre de sus respectivas carreras.

Podría decirse que es “El sueño dorado” de tantísimos muchachos que tarde a tarde, patean el balón, como quien trata de hacer un “dribling” a la miseria que los envuelve.

Pero, como se sabe, no todos conseguirán golear al infortunio y –desagraciadamente- muchos anclarán en el desamparo, la pobreza y todos esos fouls que reserva la vida a quienes no logran superar las inclementes adversidades que nos reserva la  existencia.

DOS MUCHACHOS… DOS CAMINOS

En cada barrio, de ciudad latinoamericana, muy tempranamente se perfilan las direcciones que se abrirán a la adolescencia.

Unos, – gracias a padres responsables- consiguen llegar a la universidad para más tarde,  en premio  a su persistencia y aprovechamiento estudioso, llegar a convertirse en profesionales, coronando un sueño compartido con sus orgullosos progenitores.

Otros, rematan angustiosamente la secundaria y  a continuación, inician el “vía crucis”, de conseguir un puesto de trabajo, apelando a familiares y amigos, o fatigando la lectura de “avisos económicos”, que no siempre ofrecen colocaciones dignas, pero… algo es algo y la vida es dura, como todos sabemos.

La historia de los demás, la conoceremos más adelante, en el historial de los “emprendedores” a veces exitosos… o en los dolorosos apuntes de  la así llamada “Crónica Roja”.

La delincuencia, es la atroz vía consecuente que siempre habremos de relacionar a la pobreza y la ignorancia. Y lo demás, es cuento de brujas, o “chamullo” para una tarde de “chelas”.

En el caso de nuestros dos “´héroes”, -por llamarlos de algún modo, bien podría decirse que forjaron su fortuna “con los pies”-

Como, por ejemplo, Paolo, que siempre fue habilidoso, persistente y oportuno para disparar sorpresivo y anotar con frecuencia.

El caso de “Jefferson” es distinto. Se trata de un atleta “natural”, que incluso hoy, en la cima de su carrera, es reconocido como uno de los “atacantes más veloces… y resistentes del mundo”.

Además, “no se come la pelota” y cuando ve a otro delantero en mejor posición, no vacila en centrarle el balón para ser luego el primero en abrazarlo, celebrando la conquista.

Eso, retrata, tanto su condición de aguerrido, inteligente, deportista, como la nobleza espiritual que le reconocen quienes lo tratan cercanamente.

Paolo disfruta hasta la fecha, de sus padres y una numerosa y fiestera familia.

Jefferson adora a su señora madre, cuya historia bien podría servir de argumento a una novela de Dostoievski. “La Tía Peta”, es engreída por todos los redactores deportivos, testigos de que ella “es una leona”, cuando se trata de apoyar a su famoso hijo.

El padre de “La Foquita” -llamado así, por su parecido físico a otro personaje del futbol local- es alguien que se perdió hace mucho  en la nebulosa de los tiempos. “Doña Peta”, es –y siempre ha sido- lo que en lenguaje coloquial se dice: “padre y madre”, para este valioso ser humano que se llama Jefferson Farfán Guadalupe.

Alguien que -para quienes lo ignoran-, no sólo atiende generosamente a los dos pequeños hijos que tiene con Melissa Klug, sino que es una suerte de “Papá Noel” para todo el barrio que lo vio crecer como niño menesteroso. Y eso, cuando está en el extranjero.

Cuando viene  a Lima, visita infaliblemente a “su barrio” y prácticamente “no deja pena sin consolar”, como se decía antiguamente.

Por eso “su gente” lo idolatra. Hasta aquí, el inicio de la historia.

“MALA ESTRELLA” AMOROSA

Cuando tenía algo así como 17 años y jugaba en la División de Menores de “Alianza Lima”, Jefferson, (aun no “Foquita”, sino simplemente “Jeffry”), conoce a una impactante belleza, algo mayor que él. Alguien que lo felicita encendidamente, al final de cada partido.

Podríamos decir, que el empeñoso muchacho de tez morena y origen más que humilde, jamás ha visto de cerca a una mujer tan guapa. Alguien que además, se interesa vivamente por él y una inolvidable tarde… lo premia con UN BESO, por un espectacular golazo anotado tras una espectacular corrida oblícua que dejó plantada a la defensa rival.

Lo que  sintió “Jeffry”, en ese momento, sólo pueden comprenderlo quienes  hayan sido correspondidos “por  la más guapa del barrio”, o cosa lejanamente parecida. Según ha contado “Jeffry” a sus más cercanos amigos, “después de eso… entré a la ducha, como caminando sobre nubes”.

-Y allí nació, otro capítulo de su historia.

ENAMORADO A LOS VEINTE

A partir de ese momento, el travieso “Cupido” aprontó su misterioso arco, y disparó certeramente, acertando en ambos corazones. “Jeffry” y la “Blanca de Chucuito”, como el “populorum” ya empezaba a llamar a Melissa Klug, estaban unidos por los lazos de un tempestuoso “flechazo”. Sin embargo, “Jeffry” que “volaba por el cielo en caballo blanco”, no se imaginaba la sorpresa que le reservaba este repentino amor.

En una de las primeras -ardorosas- citas “Su Princesa Encantada”, habría de revelarle que… había tenido dos “aventuras previas” (también con peloteros, también con gente morena, en fin), resucitando de las cuales, tenía tres traviesas niñitas. Pero para un amor “ciego”, no hay nada que pueda enturbiar el rosado horizonte de la pasión. Y… las cosas marcharon adelante, apareciendo en escena dos guapos hijos de este volcánico idilio, que desde ya,  practican haciendo malabares con la redonda. Lo que se hereda… ya sabemos.

Y si bien,  el romance tardaría once años en deteriorarse, Jefferson -gran padre, gran ser humano- se encarga de que tanto sus dos hijos, como su antiguo amor, tengan asegurada una vida “principesca”, que incluye lujosos automóviles, para el transporte diario y… guardaespaldas las 24 horas, aparte de otras delicias que disfrutan quienes tienen plata.

EL AMOR MADURO

Un día –de hace poco- mientras la afición comentaba el gran desempeño de “Jeffry” en el fútbol europeo, mereciendo, además, calificativo de “El Más Veloz del Mundo”, la grata noticia de una visita a la patria del afamado pelotero, hizo sonreír a la afición en pleno.

La estancia de nuestro “súper-crack”, se prolongó inusualmente y en la chismosa Lima, empezó a correr el rumor de que se había enamorado en nuestra capital. A los pocos días, el run-run habría de convertirse en noticia confirmada.

El propio Jefferson, haría pública una carta, anunciando haber iniciado una “relación seria, con fines matrimoniales, con la señorita Yahaira Plascencia”, bella cantante y bailarina que asomaba al mundo de las candilejas con auspicioso relumbre.

Los comentarios, se prodigaron a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Sin embargo el sueño duró lo mismo que una pompa de jabón.

Pocos días más tarde, explotó –cual verdadera bomba- la certeza de que “la señorita”, había sostenido un “lance de cama”, con un vecino de barrio, que además jugaba -sin mucha suerte- en un club de segunda división. La “prensa amarilla” llegó a publicar cartas que mostraban a la “caliente pareja”, comentando las excelencias del encuentro. La dama en cuestión, intentó “limpiarse” demandando a su copartícipe “por difamación y calumnia”, pero éste, se reafirmó en la nota, por lo cual, un experimentado abogado, disuadió a la “difamada” de negar “un hecho evidente”, al tiempo que Farfán retiraba su oferta matrimonial y peleaba con “su primo alcahuete” y su tío “Cucho” Guadalupe, acusándolos de haber pretendido “retirar” a la novia infiel, algunos costosos regalos del novio engañado. ¿Fin del cuento? -“Never in the life”-, diría un turista clarividente.

APARECE UNA “PRINCESA”

Ayudado por su experiencia -o quizás orientado por un costoso psicólogo- Jefferson, pareció consolarse rápidamente y no volvió a hablar del rochoso chasco. Es más, de pronto, se supo que intercambiaba “romanceos” galantes con la joven Ivana, una belleza de toques autóctonos, a quien la prensa llamaba “La Princesa Inca”, y todos daban como enamorada de un joven “Star” de programas “realityes”. Ambos se caracterizaban por esos pleitos y amistes que suelen teatralizar los romances “quinceañeros”.

-Y de pronto, una tarde, cálida y sensual-…otra novedad. Jefferson invitaba a la “Bella Princesa”, incluído un numeroso comité de familiares y amigos, a darse un paseíto por el emirato de Dubai, Paris, España y otros lugres de ensueño. Ni que decir, que la invitada estelar “orquesta y coros”, se apresuraron a hacer maletas, para vivir esta ocasión milyunanochesca.

Y para allá volaron todos. A falta de informaciones concretas, “Magalys” y “Peluchines”, inventaron a su gusto, hasta que “la Princesa”  anunció el retorno, corte incluida, luego de cumplir una “tournée” de paseos y compras que podrían calificarse de “fabulosas”, para nuestras deprimidas economías.

Como fin de fiesta, “Ivana”, se hizo retratar luciendo un tremendo “rocón” -oro y brillantes- valuado en cinco mil dólares, supuestamente obsequiado por “Jeffry”, como “prenda de amor”, con lo que “tutilimundi”, debía dar por entendido, que los jóvenes enamorados, oficializarían en cualquier momento el romance, e incluso, podrían “fijar fecha”, para el correspondiente casorio.

Pero, a los pocos días…. “¡murió el payaso¡”, como se dice entre chismosas de media mampara.

“La Urraca” Magaly, experta en destruir romances, “ampayó” a Ivanita en “tremendo cuchis”, con Mario Irrivarren, su enamorado de siempre, o de los últimos tiempos, si se prefiere.

En suma, se había derrumbado el nuevo castillo de naipes soñado por Jefferson Farfán. O sea, pues, que no resultaba ser cierto aquello de que “Billetera mata a galán”. O podríamos añadir… “No siempre”.

Y ahora, mientras la “graciosa niña”, cuenta que -con “La Foquita”- “todo fue un vacilón y nada más”, sólo cabe peguntarse: “¿Qué le falta a “Jeffry”?… ¿Qué es lo que no maneja  en el arte del chamullo?… ¿Por qué no puede conservar un amor, como lo hace Paolo?… O cualquier muchachón de medio pelo, nomás.

A propósito de este último, -quiero decir, Paolo- acaba de reencauchar su “agarre” con la guapísima Alondra García Miró, quien -inteligente chica- ha comprendido que si bien “El Príncipe Azul”, parece no existir en nuestros tiempos, quizás sea verdad que el galán ideal venga pilotando un Ferrari de 200 mil verdes y jugando al chiche con una goleadora y gorda  pelota de billetes ¿Qué opinan ustedes, chicas soñadoras?. ¿Será que el soñado personaje deberá aprender a hacer goles con la cabeza? En fin ustedes me dirán. Yo chapé mi princesa tumbesina, ya hace rato.

Y sólo juego al fulbito.

 

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