A propósito de universidades

 

Un grupo de profesores universitarios se reúne “al paso”, aún agitados, se disponen a registrar su asistencia, unos llegan y otros parten apresurados con destino a su siguiente clase, en otra universidad. Se saludan e intentan iniciar una plática, hasta que uno de ellos expresa que le gustaría ser un catedrático europeo, de esos como el gran profesor inglés Harold Laski, quien solía decir que “un caballero (y el catedrático, lo es) no debería ocuparse nunca de esas cosas tan prosaicas como ganarse la vida”. Aflora en cualquier circunstancia, entre nos, la imagen idealizada de una universidad primermundista, convencidos que en nuestro país las condiciones del desempeño profesional y del desarrollo del conocimiento, son posibilidades profesionales lejanas. Una realidad y un sentimiento generalizado, que puede ser distinto en muy pocas universidades locales.

¿Qué tan perfecta es la vida universitaria en Europa, en los EE.UU. de Norteamérica, en los países de gran bienestar que inquietan el imaginario de los docentes de otras partes del mundo? La respuesta no es sencilla, a pesar de las tecnologías de la comunicación en curso, no es suficiente la información que podemos hallar para formarnos una opinión fundamentada de esa universidad europea, que en Latinoamérica, seguimos y queremos imitar sin conocerla lo suficiente. Aunque pensándolo bien, hoy en el Perú, las universidades, especialmente las recientes, siguen su propio camino. La universidad europea, al parecer no es como la imagen afiebrada que tenemos de ella. Es más compleja, con procesos institucionalizados, que no impiden afirmar que ellas como las de acá, finalmente, tienen los mismos problemas con sus características propias.

En Inglaterra y en los Países Bajos, el mundo universitario esta agitado, los estudiantes y los profesores, se convencen día a día, que en sus universidades se persigue mas el lucro y la educación, que el sistema es cada vez más un negocio, que ya no dejan espacio para esos centros de enseñanza que soñaban encontrar al ingresar a ellas, por esa razón, especialmente los estudiantes, han empezado a movilizarse y “combatir a la burocracia y la irresponsabilidad”.

Según el periodista inglés Andrew Stones, de la revista global Cafebabel.com, en Inglaterra ha empezado a mostrarse un movimiento estudiantil que viene desde el 2012, cuando se vio a grupos de estudiantes ocupar las instalaciones de la Universidad de Warwick, especial y simbólicamente, el local de lo que denominamos en nuestros países de la Asamblea Universitaria, lo hicieron solos, prontamente, les siguieron grupos de docentes que asistían para disertar sobre diferentes temas, mientras dure la protesta. Los docentes británicos sienten y reclaman que en sus universidades, el tratamiento salarial es el mismo que en las grandes empresas globales inglesas, los sueldos suben para los niveles más altos, mientras que para otros hasta los contratos universitarios son temporales y que conseguir un trabajo permanente como investigador post-doctoral después de haberse graduado, es casi insólito. Reclamos que se hacen en otras universidades como la de Essex.

Pero una protesta en el campus, es insólito en Europa, universitarios y profesores reunidos, conversando y aclamando sus consignas. Los vigilantes, no atinan a nada. Esto no lo habían visto, ni siquiera pensado antes ni ahora, no se dan cuenta de que es lo que esta pasando, por lo tanto, tampoco saben que hacer frente a estos hechos. Pronto llega la policía, se inician los forcejeos, pero no está claro que desean, inmediatamente comienzan a empujar a los estudiantes, les echan gas pimienta en la cara y les apuntan con pistolas paralizantes y se van. Pero como una señal de que las cosas podrían ponerse peor en la universidades, por ejemplo, hoy una universidad inglesa como Warwick, tiene ya su policía secreta.

En Ámsterdam, en las universidades, los estudiantes parecen estar convencidos que sus claustros están condenados a reflejar las estructuras del sistema económico y financiero actual, altamente burocrático. No hay un espacio para el diálogo y la “confrontación crítica”, la universidad, dicen los jóvenes universitarios holandeses, por lo menos un sector de ellos, no es un ágora, no hay un modo de buscar alternativas a su historia universitaria y social. Este ánimo pesimista sobre el contexto de los estudiantes, los impulsó, hace unos días (Marzo de 2015), a acciones muy propias de los universitarios tercermundistas: algunos estudiantes y profesores tomaron por la fuerza, los edificios universitarios de la Universidad de Ámsterdam. El objetivo: protestar contra la comercialización de los centros educativos. Enteradas las autoridades, se produjo una fracasada negociación para que finalmente, la policía los desalojara. Inmediatamente, otros grupos de estudiantes tomaron otro edificio de la misma universidad ubicado en el centro de la Ámsterdam, que –al parecer- continua hasta estos días. Los jóvenes que protagonizan estos hechos, se justifican y dicen estar buscando, vía las ocupaciones, hacer reaccionar a sus compañeros, frente al “crecimiento de la apatía en las generaciones más jóvenes que (debido) a la televisión han interiorizado un sentimiento de indefensión”. Acompañan a estos estudiantes, intelectuales como Jacques Rancière, el filósofo francés y el antropólogo David Graeber, que formó parte del movimiento Occupy Wall Street. Él muy activo en estos días.

En Londres, en la célebre e ilustrísima Escuela de Economía de Londres (el London School) en marzo pasado, grupos de estudiantes, al igual que los holandeses, ocuparon algunas de sus instalaciones. Esta acción impacto en la confianza de los estudiantes neerlandeses. Los estudiantes londinenses explican que “el poder de las ocupaciones reside en que crean un efecto dominó por lo que este es solo el principio”. Precisamente David Graeber, profesor del LSE, considera que las universidades están viviendo las pesadillas burocráticas un neoliberalismo, que tiene más cosas en común con el estalinismo que con un capitalismo idealizado.

El diario digital La Jornada (www.jornada.unam.mx/2015/03/22/), recordó que por estos días, se llevó a cabo en Canadá, en las Universidades de York y Toronto, unas manifestaciones estudiantiles que se transformaron en una larga huelga en protesta por la asignación insuficiente y desigual de recursos para profesores y auxiliares de enseñanza. En la de York, se inició una huelga duró varias semanas, empezó el 26 de octubre y concluyó el 11 de enero del 2001.

En el 2012, en Quebec, en la universidad, los estudiantes formularon una serie de reclamos que recuerdan al movimiento Ocuppy Wall Street y también el derecho a una educación accesible y en mejores condiciones, los profesores se sumaron exigiendo contrato y asistentes de enseñanza, en tanto que los docentes de la Universidad de Toronto y la Universidad de York, reclaman seguridad laboral.

En otros países como Austria, en la universidad se viven otros problemas. Según el periodista José Vicente Bernabéu, mientras los jóvenes europeos del sur se marchan a Alemania, los jóvenes alemanes se van a estudiar a Austria, país al que se refieren como “El hermano pequeño”, por una razón insólita para quienes pensamos que Alemania es hoy la reina de la economía europea, sin embargo, sus jóvenes universitarios buscan una universidad por menos de 20 euros.

La ciudad de los Habsburgo, Viena, alberga a la “mayor universidad de habla alemana del mundo”, y en el periodo 2013-2014, más del 10% de su población estudiantil es alemana, un incremento que satura y masifica la enseñanza y el desarrollo de los estudios. Los alemanes como los estudiantes europeos, ven en la Universidad de Viena una alternativa a los altos costos de los estudios en otros países de Europa, que en promedio llegan a 20.000 euros por semestre, mientras que en la “aburrida” Viena una maestría podría costar ¡18.5 euros semestrales! A pesar que los alquileres son mucho más caros que en Berlín, los universitarios europeos migran a Viena, porque ingresar a la universidad berlinesa es muy difícil, imposible. Todo depende de la nota y de la competencia. Razones que impactan en las aulas de la universidad vienesa, abarrotándolas de jóvenes que se sientan en el suelo para tomas apuntes, el cierto rechazo austriaco a cualquiera que no lo sea, o la queja de que muchos extranjeros se benefician con la ayuda del Estado y al acabar la carrera se van del país, pero están seguros que hacer los estudios en esa ciudad, son de gran calidad.

Hace algunos años, cuando empezó este fenómeno de la migración estudiantil hacia Viena, se produjeron revueltas estudiantiles, porque el gobierno promulgó leyes para detener el aumento del número de alumnos. La respuesta no se hizo esperar, los estudiantes salieron a las calles y pidieron más inversiones y menos restricciones. La Asociación de Estudiantes se empoderó y hoy es una instancia de la universidad que ofrece a los estudiantes austríacos y europeos asistencia lingüística, jurídica, psicológica y hasta financiera si un alumno no puede pagar sus alquileres.

No todo es edénico en Viena, debido a la cantidad de alumnos, deben esperar para matricularse, llevar sus cursos, a que haya vacantes, que se agotan fácilmente. Esto les puede costar más de un año para terminar la carrera. Además si desapruebas más de dos veces una asignatura, se acabó Viena para el alumno, se le cierran todas las puertas de Austria.

 

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