Apelemos al manual de Jorge Luis Pinto

 

No es buen momento del fútbol, todo es adverso, las derrotas se suman, ni siquiera los que brillaron en el pasado motivan a los actuales jugadores. Las figuras de antaño son recordadas como estampitas en los álbumes.

Los actuales futbolistas tienen preferencias distintas, otras ambiciones, de la mano con los deslices y la vida fácil, la diversión en largas noches de locales de artificio de coloridas luces que desaparecen con la luz del nuevo día. La resaca es lo único que queda de una noche de rumba. Y todo esto se vuelve a repetir.

Ese es el peor ejemplo para los más chicos cuya precoz admiración por el pecado los distrae del objetivo. Si eres famoso con plata, el paraíso de la diversión está asegurada. Es lo que encierra el mensaje.

Mientras el futbolista piensa que entrenar es aburrido, dar unos pasos de salsa distrae más. Las discotecas están cada vez más llenas de peloteros antes de que se encierren en sus dormitorios para estar lúcidos para el entrenamiento del día siguiente.

Se hace necesario que tengamos entrenadores como el colombiano Jorge Luis Pinto que tenía bajo el brazo un doble manual, uno con un contenido de exigencias tácticas y otra una libreta donde tenía anotados a los jugadores con inquietudes de abandonar el físico ganado para darse una canita al aire.

Pinto logró que Alianza Lima alcance el título porque puso mano fuerte y no perdonó la indisciplina. Podía llegar a la casa de cualquier jugador para indagar y convencerse de que estaba durmiendo.

Con Pinto nunca hubo un entrenador tan preocupado por la disciplina convencido de que el éxito se logra con la voluntad de entrenar, producir en el campo de fútbol y alejarse de las tentaciones.

Didí, el recordado creador de la ‘hoja seca’, era igualmente un preocupado de la disciplina para controlar a los ‘angelitos’ que tenía en la selección rumbo a México 70. Sabía de las andanzas de un grupo que burlaban la severa vigilancia aun cuando decidió que el acuartelamiento se hiciera en el Colegio Militar Leoncio Prado.

El hecho es que la disciplina, el cuidado del futbolista de su vida privada, tiene mucho que ver con el rendimiento en el gramado.

Ricardo Gareca, el actual seleccionador de la bicolor, mira a un costado las veces que se comenten actos negados al buen comportamiento de un seleccionado. De ese modo, cada vez que hay partidos en Lima los que vienen del extranjero, principalmente de Europa, para jugar las Eliminatorias, aprovechan la ocasión ávidos de alguna aventurilla con el aval de Gareca que se ha pronunciado sobre el tema deshaciendo su autoridad de poner mano dura a la mala conducta.

Todo este rollo se ha repetido desde Popovic, ‘Pacho’ Maturana, Autuori y hasta el propio ‘Chemo’ que quiso poner orden y se inmoló para que la campaña sea más triste que Tongo cantando ‘Angie’ de los Rolling Stones.

Ahora bien, la indisciplina es parte del fracaso de nuestro fútbol en las Eliminatorias de Rusia 2018 o la Copa Libertadores. De hecho hay otros componentes que deriva a que seamos rellenos en Sudamérica.

Lo malo es que está el diagnóstico pero no hay voluntad de mejorar este panorama que ni siquiera la sonrisa lograda con el tercer puesto en la Copa América Chile 2015 puede perdurarse del rostro de los afligidos hinchas.

Ya no hay sonrisa, no hay halagos para que la pobreza de resultados nos obligue a preguntarnos ¿hasta cuándo?.

 

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