Boca y River Plate dejaron una cuenta pendiente

 

El partido promocionado como la final del mundo en Argentina entre Boca Juniors y River Plate no pasó de ser un partido emotivo, con convulsiones de fútbol bien intencionado, pero lejos de los ilustres equipos de antaño de estos dos clásicos rivales.

Un buen empate 2-2 de un petitorio de reclamos desatendidos porque se esperaba mucho más para que llenara de placer gustos y paladares exquisitos en medio de un marco espectacular.

Boca Juniors y River Plate de estos tiempos es un remedo de lo que antaño se podía apreciar. No hay que ser muy exigentes ni esperar que Julio Meléndez se reencarne en esta brega clásica del fútbol rioplatense.

No se puede negar que funcionó el marketing. El esfuerzo de un montaje espectacular para que los focos del mundo futbolístico apuntaran la Bombonera como el epicentro de un partido alabado hasta la saciedad.

Más antes de este domingo será recordado más bien por el triunfo de Manchester City a Manchester United con golazos de ensueño donde el ‘Kun’ Agüero lideró un tremendo resultado a favor del equipo de Pep Guardiola.

La lluvia y el temporal de la víspera ayudó a que el interés creciera y lejos de aguarle la fiesta a los organizadores, el clima fue bondadoso para que el partido no tuviera pretextos para se echaran a jugar.
No digamos que fue un mal partido, Boca y River ofrecieron buenamente de lo que pueden ofrecer dentro de sus propias limitaciones. Trataron de justificar el espectáculo con mucha entrega y fútbol ausente.

El partido sirvió para comprobar que Franco Armani en el arco millonario es vulnerable aunque al final de la brega estuvo impecable para quitarle a Darío Benedetto la posibilidad del 3-2.

Otra de Carlos ‘Cali’ Izquierdoz, defensa central de Boca, cometió un autogol como un defensa inoculado de mediocridad para el rechazo imperfecto y anotar en su propia valla al cuidado de Agustín Rossi, arquero a quien lastimaron porque no otorgaba confianza. Al final fue pintado de héroe para sacar pelotas cantadas de gol.

La fantasía ausente se hizo presente con Carlos Tévez que hizo su ingreso a poco del final y puso de vuelta y media a la defensa de River. Un aporte escaso en medio del cascajo de un fútbol sin filtro.
El 24 de este mes se espera que las cosas cambien en el Monumental. Ya no habrá reservas para soltar todo el fútbol contenido que nos dejó con un sabor agridulce. Tienen la palabra boquenses y millonarios.

 

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