Cerca, muy cerca, del objetivo

 

La selección peruana se encuentra en la antesala de lograr la clasificación al Mundial de Rusia 2018, y no es poca cosa, tratándose de una larga espera para vernos nuevamente en la escena mundialista.

El trabajo de la bicolor en Auckland dentro de un ambiente tranquilo sin perder las formas por la responsabilidad que se avecina, produce confianza. Es la mejor manera de enfrentar a un rival que se asemeja al árbol que no permite ver el bosque.

La calma empieza con la serenidad de Ricardo Gareca que ha sabido manejar la ausencia de Polo Guerrero y el vacío que genera su importante aporte. Si no está no hay que desesperarse, parece ser la primera oración del día para por la tarde el trabajo de preparación avance con la certeza de que el equipo llegue afinado al viernes.

El ‘Tigre’ tiene a su mando un equipo que piensa como un colectivo y es bueno porque la suma se fuerzas siempre provoca el sacrificio individual. Y en ese sentido la fortaleza del once bicolor no está en lo que puedan hacer los fusibles sino la electricidad completa para electrocutar al adversario.

Nueva Zelanda es un rival al que analizado de pies a cabeza, no sufre de goteras en su formación estructural pero no sabe de paredes, toques y huachas que pueden dañarlo y estar ante la desolación de la inundación completa.

Con ese propósito la selección espera sin remilgos una gesta que le dará al Perú la frescura de su marchitada intentona de años que no ha podido clasificar a un mundial.

Lo más cerca que se estuvo fue para Francia 98 cuando el equipo era dirigido por Juan Carlos Oblitas. En esa ocasión quedamos fuera del bus de la clasificación apenas por diferencia de goles con Chile.

Fue la mejor intentona y no hay nada registrado de si hubo algo mejor. Ni Maturana, Autuori, Del Solar y Markarián llegaron a besar la ansiada clasificación por diferentes razones.

Ricardo Gareca tuvo la lucidez de moldear un equipo conforma avanzaban las fechas. Empezó mal y en el camino corrigió. Buscó y encontró jugadores que entendieron que la mejor forma de llegar al objetivo era comprometerse con el objetivo.

Así, el once se fue armando y luego hizo que la disciplina fuera parte del proceso. Nadie que llegara del extranjero se distrajera en visitas a familiares y amigos. Todos iban del aeropuerto a la concentración.

Por último respeto Gareca el estilo peruano. El juego bonito, la lírica futbolística y el talento se mezclaron para que este nuevo producto se vea tan cerca de llegar al Mundial de Rusia 2018.

 

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