Cinco lecciones del coronavirus

 

El doctor José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC)

Después de meses de la pandemia originada por el coronavirus, que remite en unas partes del mundo mientras que empeora en otras, el doctor José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), ha recogido las lecciones que puede aprender todo creyente.

1. Aceptar nuestra fragilidad

La primera, lección que subraya el doctor Simón “es muy evidente pero que no parece que queramos asumir completamente: el ser humano es frágil y mortal”.

Según el médico, esta situación “nos tendría que llevar a todos a reflexionar más sobre la propia muerte y sobre el sentido de la vida. Esta es un don que debemos hacer fructificar. No vivimos para nada ni morimos para nada. Estamos siendo probados y deberíamos dar lo mejor de nosotros mismos a los demás y a Dios. Es deseable que el día de nuestra muerte podamos presentar algunos activos”.

2. Preparar nuestro encuentro con Dios

En segundo lugar, invita a “estar siempre preparados para irnos de este mundo en paz y en gracia. En cuanto a nuestra fragilidad, su existencia es tan obvia que incluso los que rebosan de salud, esperan una larga vida e imperan sobre los demás como dioses, un día no podrán levantarse y lo saben”.

“La fragilidad atrae a Dios y las obras de misericordia que todos deberíamos realizar a menudo -junto con la misión de los sanitarios, que también es un envío del Altísimo-, atenúa los sufrimientos ajenos”.

3. Ofrecer actos de caridad

De este modo, el doctor continúa recomendando “en estos tiempos, una visita (si están permitidas) a un anciano solo, una llamada telefónica, un buen consejo, una caja de bombones o unas flores…”.

Estos gestos, subraya, “pueden reparar en parte la soledad de los que están en las prisiones de la enfermedad o la vejez. Estas condiciones son en las que delega ordinariamente Dios para pasar de este mundo al otro”.

4. Purificar cuerpo… y alma

El doctor Simón considera que las normas higiénico-sanitarias adoptadas para evitar el coronavirus son muy útiles para no enfermar. “Yo creo que incluso nos servirán para sufrir menos resfriados, gripes o toxiinfecciones alimentarias por E. coli en este mismo verano en el hemisferio norte”.

“El distanciamiento interpersonal, la buena ventilación de las estancias, el frecuente lavado de manos y el uso de máscaras es muy útil para cortar la cadena de transmisión del virus que produce la epidemia. Incluso en el interior de las iglesias y en funciones religiosas se toman medias prudenciales de este tipo. Sin embargo, no hay que olvidar que somos cuerpo y alma y que esta debe también limpiarse prioritariamente antes de presentarnos ante Dios hoy y siempre”.

5. Cambio de vida

Por último, el doctor Simón considera que “esta epidemia puede tomarse también como una oportunidad para cambiar de vida y de sistema de vida a mejor. Es un aviso-oportunidad para todos, un castigo para algunos, una gran prueba para muchos y quizá para otros un regalo. Pienso en una paciente concreta, viuda mayor muy piadosa que deseaba irse con Dios y con su familia. A ella le ha ido bien”.

El cardenal Peter Turkson, presidente de la comisión vaticana COVID-19 creada por el Papa Francisco, reafirmaba recientemente algunos elementos de la Doctrina Social que tienen toda lógica.

“Es mejor invertir en sanidad que en armas, promover la paz, afrontar con valentía la crisis económica priorizando los empleos y cuidar más de la Creación”, concluye el doctor.

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Fuente: https://www.ideasclaras.org/

 

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