Confianza, salud, economía y democracia: los retos del Perú de Sagasti

 

Álvaro Mellizo / EFE

Francisco Sagasti y su nuevo Ejecutivo de transición afrontan una tarea ardua y compleja para llevar a Perú a su bicentenario en abril de 2021: generar confianza ciudadana y estabilidad, superar la crisis sanitaria y económica y poner al país firmemente en la senda democrática.

Armado tan solo con su empatía y el hecho de ser uno de los pocos políticos del país que goza de respeto entre la ciudadanía, el presidente liberal asumió con la conciencia de los retos, dificultades e incertidumbres a superar.

También arranca con un optimismo nacido de la energía desbordante de los jóvenes que inundaron las calles para detener al Gobierno de Manuel Merino (9-15 de noviembre), oscuro en su legitimidad democrática e intereses subalternos al bien común.

Estos son cinco de los mayores desafíos para el Ejecutivo de Sagasti para los ocho meses de gestión que, si todo sale como está previsto, le restan.

1.- ELECCIONES GENERALES

Garantizar la celebración de unas elecciones generales libres en las que se respete la decisión de las urnas está en la punta de la pirámide de los asuntos tanto políticos como simbólicos que Sagasti deberá cumplir.

El expresidente Martín Vizcarra ya convocó a los comicios para el 11 de abril de 2021 y puso en marcha los mecanismos del Estado para su desarrollo.

Pese a los intentos de Merino por asegurar que habría elecciones en la fecha prevista, muchos ciudadanos vieron en su asunción un intento para posponer los comicios, con el fin de que las fuerzas políticas que lo apoyaban asentaran su posición o protegieran a sus líderes acosados por la Justicia.

Sagasti lo tendría fácil, pues para empezar él fue uno de los más vehementes defensores del voto en esa fecha, tal y como hicieron los miles de manifestantes que salieron a la calle.

Su único reto será asegurar la neutralidad de su Ejecutivo en la contienda, una exigencia legal y ciudadana que deberá asumir pese a que hasta hace pocas horas el ahora presidente era candidato en la plancha presidencial del Partido Morado.

2.- GOBERNABILIDAD

La selección de Sagasti como presidente del Congreso, y por tanto como el encargado constitucional de dirigir la República hasta 2021, fue una decisión consensuada y apoyada mayoritariamente por el Legislativo (93 sobre 130 votos).

El respaldo parece indicar que los legisladores han asumido en parte su responsabilidad por la crisis política que enervó al Perú.

Los promotores de la destitución de Vizcarra han quedado políticamente muy debilitados, con escisiones en sus filas y un desprestigio tal ante la ciudadanía que no parece posible que supongan un obstáculo.

El daño es tal que su supervivencia en las elecciones de abril está en juego, y eso habilita, como ya está haciendo el grupo Alianza para el Progreso (APP), clave para defenestrar a Vizcarra, que muchos entonen un mea culpa y estén ahora volcados en apuntalar al Ejecutivo.

Pero como se ha visto estos días, todo es posible en la política peruana y Sagasti tendrá que mirar de reojo constantemente lo que ocurra en el hemiciclo.

3.- LA CALLE

Por otro lado, aparece un agente esencial que durante años parecía olvidado por la clase política peruana: la ciudadanía consciente y activa en política.

Esta forzó la caída del Gobierno de Merino y va a mantener sus exigencias vigentes por mucho tiempo.

Sagasti también arrancó con buen pie en este campo, con un discurso empático, próximo, dedicado expresamente a la juventud que protagonizó las movilizaciones.

La primera exigencia ciudadana, además, también fue enfáticamente defendida por Sagasti en su discurso inaugural, y es la garantía de que no habrá impunidad por la represión durante las marchas ciudadanas que causaron la muerte de Inti Sotelo y Jack Pintado.

La configuración de un gabinete técnico, centrado, con algunos representantes del Gabinete de Vizcarra, apunta al apaciguamiento social, pero corre el riesgo de ser demasiado poco para una tendencia creciente que pide cambios más profundos e incluso una reforma constitucional que reforme de raíz el Estado.

En este sentido se explica la asunción de Violeta Bermúdez, una abogada constitucionalista, experta en temas de género, poblaciones vulnerables y políticas públicas, como primera ministra.

Es también un mensaje a las mujeres peruanas, jóvenes en su mayor parte, que se destacaron y mucho en las movilizaciones ciudadanas.

4.- LA ENFERMEDAD

Perú es el país del mundo con mayor mortalidad per cápita a causa de la covid-19, con más de 35.000 muertes oficialmente contabilizadas y otras tantas más por encima de la media de los últimos años que registran las estadísticas nacionales.

El embate fue largo, desbordó los hospitales y dejó imágenes dramáticas en todo el país, que desde marzo a septiembre vivió al borde del colapso y sólo en las últimas semanas ha visto cómo la temible curva de incidencia y contagios comenzó a bajar.

Sagasti sabe, como muchos también alertaban en el Gobierno de Vizcarra, que esta la situación es un espejismo y que puede haber un rebrote aún más brutal que el primero, y que por eso es esencial estar prevenido, tanto en términos sanitarios como emocionales.

Eso explica el regreso de Pilar Mazzetti como ministra de Salud.

Ella fue la responsable de la cartera bajo Vizcarra y bajo su liderazgo se comenzaron a ver los primeros resultados positivos en la lucha contra la enfermedad.

Tal es así que incluso Merino, pese a que las bancadas opositoras a Vizcarra calificaban de desastrosas las políticas del Gobierno contra el virus, solicitó públicamente a Mazzetti que se quedara en el ministerio, a lo que ella se negó.

5.- LA ECONOMÍA

Tanto o más grave que la crisis sanitaria, es la crisis económica que Sagasti y su equipo deberán remontar, pase lo que pase.

Cómo conservar el equilibrio entre apertura, necesaria para relanzar la economía, y el control del virus, será el quebradero de cabeza más complejo para Sagasti, tal y como reconoció el flamante presidente en su investidura.

Los peruanos están mal económicamente.

El confinamiento inicial decretado por Vizcarra para atajar el virus destruyó la economía, que llegó a desplomarse un 40 % en el segundo trimestre del año, un récord mundial.

El desempleo se disparó, la informalidad se multiplicó, los ingresos ciudadanos se hundieron.

A esto, la crisis política afectó cuestiones macroeconómicas, llevó a una fuerte caída del sol frente al dólar, de los bonos públicos y de la bolsa.

Normas cuestionadas del Congreso, como la devolución de los aportes hechos por los ciudadanos -con graves problemas económicos- a los fondos privados de pensiones, amenazan con descapitalizar el principal motor de la inversión privada en el país.

Y desde el Congreso seguro persistirán iniciativas de gasto público, y por ahí puede venir otro riesgo de desestabilización.

Sagasti aseguró que su Gobierno defenderá la estabilidad presupuestaria, y que buscará satisfacer las necesidades y exigencias básicas de la población pero sin reventar la economía pública.

Los ingresos públicos no ayudan. La recaudación impositiva se desplomó y los gastos se han multiplicado.

Las piezas en este campo no ayudan al mandatario.

Fuente: Agencia EFE

 

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