Copa Perú ya no es como antes

 

Los equipos de la Copa Perú que con méritos propios llegan a la Liga 1, lo hacen con muy poca convicción de quedarse por largo tiempo. Llegan pero muchos de esos clubes perderán la categoría  porque no pueden sostenerse debido a no contar con los recursos necesarios para una permanencia duradera en la élite del fútbol peruano.

Además, el dulcecito de otras épocas en que una final de Copa Perú era una fiesta, un jolgorio pueblerino bajo el cielo limeño, daban al certamen un colorido especial donde reventaban las tribunas del coloso del José Díaz.

Se recuerda que una final de Copa Perú en el estadio Nacional con tripletes desde el mediodía, gran pretexto para reunir a la familia, saludar a los connacionales y la presencia de las bandas de música. Un multicolor escenario, capaz de causar regocijo y tiernas escenas del terruño que a través del fútbol era una forma de acercamiento.

Alfonso Ugarte de Puno, UTC, Torino, Juan Aurich, Deportivo Tumán y Octavio Espinosa, entre otros muchos más, eran grandes animadores de las finales de la Copa Perú. Incluso algunos llegaron a jugar la Copa Libertadores.

Hoy la fiesta y el colorido certamen han pasado a ser parte del recuerdo. Desde que el formato fuera cambiado, la Copa Perú perdió ese atractivo que lo hacía distinto, un singular certamen muy comentado en el exterior.

Con los años han ganado la Copa Perú equipos que apenas duran una temporada y caen en que el doloroso descenso contrastado con los fuegos artificiales que saludaban su arribo a un campeonato de ogros devoradores apenas cercados por un grupo de medianos peones y deja al resto las sobras para vivir o morir en el intento.

Sucede que en el Perú no hay verdaderas instituciones, apenas clubes que se mantienen en pie gracias a los mecenas que ponen el dinero pero una vez que las cifras en rojo aturden los buenos propósitos, abandonan la situación y es entonces donde aparece la Comisión de Disciplina de la Federación Peruana de Fútbol para  para restar puntos por incumplimiento de pagos.

Ni siquiera se toman un tiempo de reflexión que armar un equipo es necesario un ambicioso desarrollo, crecimiento desde la primera piedra. De ese modo acabar con la informalidad y tomar nota que llegar a la Liga 1 no es solamente competir. Es hacerlo con un equipo con pretensiones que apunten alto. No es simplemente mantenerse en la categoría.

Es hacerse un planteamiento de cómo ser un grande y tener certeza de la envergadura de Flamengo, por ejemplo, que tiene una hinchada de 200 mil seguidores.

Solamente con llenar los estadios se puede mantener los clubes solventes. No se trata de que la expectativa aumente cuando vayan a su terruño Alianza Lima, Universitario y Sporting Cristal, el desafío es que cuando lleguen a Lima causen igual o mejor interés.

El fútbol peruano necesita de muchas cosas pero empezar por potenciar los clubes es un inicio saludable para que los clubes de la Copa Perú lleguen para jugar la Liga 1, no tengan que despedirse con más pena que gloria.

 

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