¿Cree usted en las coincidencias?

 

Un –para entonces- célebre anatomista, llamado Aspitio (o algo parecido), determinó mediante lo que hoy entenderíamos como “necropsia”, que de las 36 heridas que recibió Julio César, de sus enemigos senadores, “sólo dos, inferidas a la altura del pecho… fueron mortales”. Lo cual, se aceptó “políticamente”, para culpar a Bruto del asesinato “magnicidio”, de su protector y “casi” padre.

La innegable condición humana, puso de moda siglos después, un “corrido” mexicano de nombre: ”Rosendo Abriles”, el mismo que decía en su coro:
“El día que lo enterraron/ Rosendo estuvo de suerte/.
Pues diez tiros le pegaron… nomás, tres fueron de muerte/.
-Y una no muy lejana crónica roja sobre el feroz acuchillamiento de cierta dama, nada menos que a manos de su “poetisa” hija, Describía el informe forense, señalando que “sólo dos” de estas heridas, eran “de necesidad mortal”.

El señor padre, de esta romántica jovencita, era un respetable miembro del Poder Judicial, lo cual señala una “coincidencia” de interés e influencias “non sanctas”, a la hora de los dictámenes.

Otra “niña bien” (en cuanto a educación superior, engreimientos y gruesos mimos), se coludió con un “novio” y otro indeseable, para asesinar a su propia madre. De las investigaciones -rápidamente silenciadas – quedó en claro, que esta “celeste criatura”, remató a patadas a su generosa progenitora, mientras la infeliz dama, agonizaba víctima de feroces golpes y estrangulación a mano.

En el curso del subsiguiente juicio,” el novio asesino”, corrigió el informe, asegurando que ” la inocente matricida”, no tocó a su madre en el “iter criminis” si bien, organizó de pe a pa, el canallesco complot, lo cual, en la cochina mente de dicho miserable, aparecía como un atenuante para la atrocidad cometida.

Coincidentemente (lo que son las “coincidencias”), el señor padre de esta “niña”, era un “honorable juez”, que hasta hoy, reclama “el derecho de su hijita”, a heredar los bienes de su madre- victima… y quizás, gane el litigio. Ya lo sabremos.

Y no sé por qué- a cómo van las cosas- recuerdo, que allá por el 68, mientras el embrollo de “la Página Once” motivaba un golpe militar de proporciones, el –para entonces- Presidente de la Petrolera Fiscal, denunciaba una serie de entreveros, sobornos y silenciamiento a favor de la expropiada IPC, en tanto hoy, prosopopéyicos caballeros, afirman que sencillamente: “la página Once no existió nunca “, pero mientras Loret de Mola, la bandereaba como “traición a la patria”, oiga usted, un “presuroso” taxista atropelló mortalmente en Buenos Aires al Ministro de Energía y Minas, en ejercicio por aquellos conflictivos días. La investigación consecuente, demostró que el citado Taxigaucho, tenía razones para su prisa, pues debía recoger a un pasajero, que abordaría un avión ya, en límite de hora.

Pocos días después, Eudocio Ravines un comunista arrepentido (así se proclama en su libro “La Gran estafa”) y siniestro operador político de la Derecha, a cuyos tagarotes, D’Ornellas, llamó “un grupo de asustados señorones”, fue arrollado en las inmediaciones del Bosque de Chapultepec – México, a donde había llegado en exilio dispuesto por el Gobierno Militar. Otra vez, un taxista, “documentado en apuro por recoger a un pasajero que no apareció nunca en el informe policial”.

“Coincidencias”, dirán los también apurados por cerrar la historia de casos que quizás, mi estimado, no sucedieron nunca.

Pero los criollos memoriosos, suelen decir: “en política – y en ciertos crímenes, añadiría yo- no hay coincidencias”.

Los filósofos del Ocultismo, sentencian solemnes, que las supuestas coincidencias, son sólo episodios del “sincrodestino”, pues según dijo Buda “El Iluminado”: “Conforme sean tus actos, será tu destino”, o… como afirmó cínicamente, el siempre recordado Al Capone: “Los que saben demasiado, tienen vida corta”. Esperemos y veremos… siempre que no sepamos más de la cuenta, hermanito.

A propo. Acaban de morir envenenados en Colombia, un padre y su hijo, salpicados por el escándalo “Odebretch”. “Coincidentemente” bebieron agua “sazonada” con cianuro… y un “asesor de confianza” de cierto pintoresco parlamentario, hace unas noches, resultó “pepeado” y asesinado, justo a los dos días de haber sido “degradado” por su empleador… a quien supuestamente le sabía “ciertas cosillas”.

“Elemental, mi querido Watson”,- como diría el fantasmal Sherlock Holmes.

 

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