¿Cuánto pesa el oro?

 

Según canta filosóficamente un añejo valsario sin padre: “Es el oro el que ablanda corazones”.- Y no sólo eso, oiga usted.

También disuelve conciencias, enloquece ambiciosos y hasta puede torcer el brazo de “Doña Justina”, que es el nombre que dan a “La Parca”, los muchachos de “La Palomilla”, que como ustedes saben -y los “expertos” niegan-, nos tienen contra la pared desde hace rato, sin dudas ni murmuraciones.

-¿Y usted cree que no hay amor sin interés?

-Bueno, no hace mucho escuché a una vecina contando la historia de un pretendiente virolo, al cual,- a cuenta de su pollería y otros cambalache billetones- ella le encontraba “una gracia encantadora en la mirada”.

-A mí, modestamente, siempre me ha llamado la atención, cómo y por qué, siendo el sueldacho presidencial, algo así como quince mil cochinos mangos, hay gente que gasta millones de verdes, hace campaña hasta en sanputilandia, e intercambia agravios de todo calibre, tan sólo por chantarse la banda- la del pecho, digo- cualquier 28 de julio.

-¡Oiga! ¡Es que estarán ansiosos por servir a la patria!

-Eso, lo voy a creer, cuando los chanchos vuelen y empiece a llover para arriba, mi estimado.

– Si pues, porque resulta que concluidos los cinco años de tatachín vía desfiles, venias de embajadores visitantes, aclamaciones de portátiles rentadas al microbús y el pan con queso, más de un excelentísimo, resulta con la soga al cuello, los impedimentos de salida y otras bambas, como ahorita mismo estamos viendo.

Incluso, algunos que se arrugaron la espalda de tanto aflojar las rodillas, en eso que los griegos llamaron “genuflexión”, bautizando una costumbre que hoy sigue de moda, muchos, digo, se atreven a acusar al mandatario de salida, de enjuagues, abroches, levantes y empalmes hasta con María Santísima, de las cartas venezolanas.

Sin embargo, estamos en el Perú y los así “calumniados”, pueden aguardar tranquilos y serenos- cual Corazoncito de Jesús en jato de maquimeca arrepentida- pues si acaso fueron cautos y previsores, habrán guardado “alguito”, para el momento en que deban afrontar a la justicia, que en nuestro amado country, nos da más sorpresas que la salsa de “Pedro Navaja”.

Hace poquito, por ejemplo, la poli atrapó a un “angelito”, que tenía en su récord, nada menos que nueve homicidios pero “misteriosamente”, seguía en cancha y choreando, oiga usted.

Y eso, me hizo recordar un lejano incidente que oí con “mis propios ojos”.

-Instalado el tribunal, se dio paso a un justiciable, que venía extrañamente sin marrocas y medio alegrón, oiga usted. De pronto, mirando maliciosamente a los magistrados, intercambió un grueso bullucón de billes de un bolsillo a otro, ante lo cual el vocal que actuaba de “speaker”, dijo: “¡Vamos a ver de qué calumnias acusan a este buen hombre…aunque ya voy viendo…¡que es INOCENTE ¡

-¿Qué les parece, mis estimados cuchi cuchis?

 

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