Déficit de esperanza

 

Estas fiestas patrias eran una gran oportunidad para el Presidente Pedro Pablo Kuczynski para superar la crisis de liderazgo personal y las deficiencias políticas evidentes en sus equipos de gobierno tanto en el Ejecutivo y el Legislativo.

Su cambio ministerial resultó insuficiente. Es una permuta de sillas dentro de su pequeño grupo sin alterar su esencia tecnocrática. Perdió, además, la ocasión de convertir su gabinete en el reflejo cabal y eficiente del espectro político lo que le hubiera dado la ancha base suficiente para enfrentar la reconstrucción en el norte y el desastre moral generado por el escándalo Lavajato. Era un resultado esperable del diálogo con las diversas tiendas, pero no se dio.

En su mensaje ante el Congreso PPK abordó la reconstrucción con cambios pero la realidad manda y han pasado varios meses y ni uno ni otro aparecen todavía, miles de damnificados continúan en carpas y sin recibir atención.

Habló si de las muchas esperanzas para recuperar el crecimiento económico. Un masivo programa de agua y desague y el destrabe de los proyectos emblemáticos. Pero su mensaje no alcanzó para el crecimiento ligado a la recuperación de la confianza de los inversionistas privados.

Tampoco tuvo la contundencia esperada la lucha contra la corrupción, la gente exige acciones concretas pero las mencionadas aparecen exiguas. Asimismo se refirió al diálogo político pero hasta ahora no vemos resultados más allá de la foto. La reforma política espera.

No se trata solo de discurso, se exige práctica y consecuencia. Hace un año tuvimos una gran inyección de esperanza, su segundo mensaje ha sido casi intrascendente. La expectativa favorable se ha disipado y ni su discurso ni sus cambios ministeriales alcanzan para la recuperación. La crisis de confianza continuará. La ausencia de los aspectos de fondo determina que el ciudadano de a pie no se sienta representado en sus palabras. Qué pena.

 

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