El anhelo de un Perú ¡Firme y feliz por la unión!

 

Todo el país, ricos y pobres, más allá del color de la piel y de las diferencias económicas y sociales, hasta en la más lejana comarca, en medio de la euforia del 199° aniversario de la independencia política de la patria, exclama en proclama emocionada ¡Viva el Perú, carajo! Y no le falta razón. Pese a la condenada pandemia que tanta muerte nos trae, existe una voz multánime, que reclama vida para la nación entera.

La Covid-19, más temprano que tarde pasará, y se espera que el año entrante, año del bicentenario, habrá el esfuerzo necesario para encontrar el camino, ajeno de vanidades y avaricias, que nos permita hacer realidad el anhelo de los fundadores de la República de un Perú ¡Firme y feliz por la unión! Si así fuera, entonces se justificaría el pensamiento de José Gregorio Paredes, recordado prócer de la independencia, autor de la frase que quedó instalada en las primeras monedas de oro y plata, en época, como ahora, cuando el país requería reactivar su economía.

¿Es imposible levantar ese camino? Nuestros mayores decían en cuanta oportunidad se daba, que era factible, siempre que el ser humano respete a su prójimo, porque el respeto es la primera manifestación de la justicia. El respeto del ser humano es indivisible. O se respeta a todos o no se respeta a ninguno. O se respeta al ser humano entero o no se respeta nada de él.

Pero esas personas que, poco a poco, se van de nuestro lado, ajenos al individualismo material de estos tiempos, también aconsejaban que sí había futuro por edificar, siempre que el ser humano, más allá de las soluciones hasta ahora propuestas, busca caminos para el futuro, sueña utopías, procura convencer, aunar las voluntades de hombres y mujeres de esperanza, en torno a un gran designio original y colectivo. En suma, que todo es factible de una patria ¡Firme y feliz por la unión!, si los seres humanos no tienen miedo, si viven y luchan ante la mirada de la humanidad, y sabe que el descanso y la justicia llegarán a su hora.

Ya estamos en las vísperas del bicentenario. ¿Cómo será el Perú, luego de 200 años de independencia política? El recuerdo de pensamientos de otrora, tienen, sin embargo, actualidad, cuando advertimos que nos enfrentamos a una sociedad y un modelo que nos condicionan las formas de cambio social. En la sociedad actual, el problema no es tanto sus aspectos impositivos, el de la coerción y la fuerza que el poder económico o político, utiliza para imponerse, sino la incapacidad colectiva para desarrollar las posibilidades que esos poderes permiten. La retirada y dejación de la sociedad y de lo colectivo, forma parte del problema.

Profundizar y llenar de contenidos las conquistas y realizaciones, convertirlas en útiles y atractivas para la mayoría, es una tarea de ahora, con un espacio enorme de vida en democracia. Es indispensable, pasar del discurso de las palabras al discurso de las ideas… y hacerlas realidad. Es un deber pendiente. Nos corresponde participar para alcanzar el viejo anhelo de un Perú “Firme y feliz por la unión!

 

Leave a Reply