El año terrible de Alianza Lima

 

El fastidio del pueblo aliancista rebasó el vaso con una goleada soberana en el horno norteño al perder el once blanquiazul la última posibilidad que temía para clasificar al playoff de fin de temporada.

Alianza Lima ha tenido un año terrible con un corolario cruel que es necesario repasar las claves de esta campaña para el olvido.

La elección de Roberto Mosquera para que se haga cargo del equipo tuvo el respaldo de haber conseguido logros con Sporting Cristal y Juan Aurich. Lejos el técnico de elegante floro se encuentra en el top como uno de los mejores del medio.

Los refuerzos que llegaron a Matute hicieron que la hinchada blanquiazul se entusiasmara. Con Johnnier Montaño, Reimond Manco, el retorno de Walter Ibáñez, el esfuerzo por traer de nuevo a casa a Leao Butrón, Andy Pando y el colombiano Lionard Pajoy, daba cuenta que la tropa aliancista estaba lista para navegar en mares de ilusión.

Alianza Lima completó un buen plantel pero nunca tuvo un equipo que es diferente. Un equipo que se echara a jugar, respetara la identidad del club y sudara la camiseta, con corazón, corazón de aliancista.

Conforme pasaron los meses, Alianza Lima no sazonaba el menú. Nunca lo hizo a lo largo del torneo Apertura, Clausura y Liguillas para acabar con un guiso impasable con partidos tan desabridos como la última derrota en Matute ante Ayacucho FC.

El fútbol de Alianza Lima es alegre, juego pícaro, enjundioso, de talento puro y con dosis a montones de inspiración para mantener a su fiel hinchada satisfecha y contenta.

Lo menos que deberían de hacer los dirigentes es salir al frente y disculparse del engaño, de la promesa incumplida de que este año al fin el equipo saldría a ‘matar’ por el título esquivo de hace 9 años.

La última vez que Alianza Lima logró el título de campeón ocurrió en el 2006 al ganar 3-0 a Cienciano con la dirección técnica del uruguayo Gerardo Pelusso. En otras dos ocasiones Alianza Lima intentó llevarse la corona pero se frustraron en 2009 ante Universitario y Juan Aurich en 2011.

El año está perdido y ni siquiera los puntos ganados en mesa sirven para que Alianza Lima vuelva a erguirse y se meta en la pelea por un título que debe pelear en la cancha.

El mejor gesto de los dirigentes es buscar la forma para que indemnicen a los hinchas con un mejor trabajo y la consistencia de una labor que asegure el título el año que viene.

De alguna manera deberá servir para borrar el papelón de Sullana donde cayó goleado 4-0 con una actuación destartalada, pobre, sin alma. Los jugadores ya no deben jugar por Alianza Lima.

 

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