El corazón y la rosa

 

“Mi corazón ancló en una linda Rosa”, respondí a cierta estudiante de periodismo, que se animó a entrevistarme, como quien se atreve a acariciar a un bravo león, que de vez en cuando ruge. Como le decía a un viejo amigo: mi vida está escrita en veinte valses criollos, dos o tres marineras y algunas baladas de José-José, sin –desde luego- los “aderezos” que este hermano en la tristeza, usó a fondo, para gradualmente, suicidarse.

Cierta noche de aquellas, yo compartía una buena noticia, con mi compadre-hermano de toda la vida, Alfonso, que me ayudaba a catar una gloriosa botella de “Once Gaiteros”, que ya llevábamos por la mitad, cuando arribamos a Santa Beatriz, lugar de añejas andanzas y uno o dos romances, de esos que se olvidan.

Nos encontramos con “Las Mellizas”, dos alegres jovencitas -que ahora son mis primas- y   empezamos a darle a la conversa remojadita con  trago gringo.

De pronto, una de ellas -si no es Maruja, fue Olga- me invitó a una fiesta cercana que estaba en todo su furor, pero yo, no estaba para fiestas, envuelto en enredos políticos y otros dengues de ese tipo. Pero mis ahora primas, insistían y lo hicieron con tal fuerza que terminé cediendo.

Llegamos al tono y efectivamente, estaba de candela. “Te presento a mi prima. Acaba de llegar de Tumbes”, me dijo, Olga, mientras ponía ante mis ojos a una sensacional chiquilla de profundos ojazos negros y una escultura como para enloquecer al Diablo, cosa que por entonces, yo no era, pero por ahí andaba.

Salimos a bailar y al tercer danzing, me lancé al ruedo. Es decir, desplegué lo más salsa de mi repertorio, ante lo cual, la chibola me hizo un “pare” forzoso, diciéndome: “No te gastes. Ya mis primas me han contado tus aventuras románticas” Y citó dos o tres nombres, como para noticiarme de que no hablaba en vano.

Pero, ya en ese momento, yo había sufrido algo que en Sicilia llaman “il Raggio” – que equivale a un súper clic”- y aunque no me lo crean, me había enamorado “para toda la vida”. Y entonces, pues, retruqué: “todo lo que te han dicho es cierto. Pero yo te voy a decir otra cosa, bajo mi palabra de hombre. Si tú me aceptas, me quedo contigo, para toda la vida. ¿Qué me dices?. Y entonces la sensacional belleza, guiñando uno, de sus mágicos luceros, me respondió: “Si sabes cumplir tu palabra. Te digo que sí”.  Y así  fue, como mi gitano corazón ancló en la linda Rosa de todos mis sueños. A partir de entonces, iniciamos un romance que no terminará nunca. Ella, además de quererme “a la de a verdad”, me ha acompañado a lo largo de mi aventurera vida. En buenas y “malas”. Y un esplendoroso día de Mayo, nos casamos en  el Municipio del Llauca, donde mi amada esposa, me regaló, además de su amor y su vida, una maravillosa familia adicional, Presidida por mi tío el General “Calulo” y toda una legión norteña que es puro corazón, para que sufran los envidiosos. Ahora tenemos dos hijos y un brillante nieto de metro ochenta, que domina las matemáticas y toca la guitarra. Y gracias al cielo, he logrado eso, que tiene por imposible tanta gente. Estoy felizmente casado con “El Gran Amor de Mi Vida”. El “matri”, lo celebramos en “El Viejo Fundo”, con toda la fámily y mis compadres Marujita y Alfonso, que nos acompañaron en el tono. Y aunque no me entiendan cómo, ni por qué,  es cierto de toda certeza, que en una inolvidable pachanga de esas… “mi corazón, ancló en la Linda Rosa, que es mi mujer para toda la vida. ¡Salud por esa nota!

 

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