El hombre del clima

 

Vestía a rayas -como tiempo más tarde, haría El Tío Johnny- y también endosaba un vestuario muy similar al que resultaría luciendo nuestro recordado Brother Salim, cuyo sustantivo no recuerdo. El otro. El original aparecía en la televisión neoyorkina, a la hora del noticiero y en el espacio, cuidadosamente dedicado a los vaivenes estacionales y la graduación de la temperatura. “El Hombre del Clima”, remataba su aparición saludando al populorum “sarita” en mano para finalizar contando uno de esos chistes americanos, que solo hacen reír a los hijos del “Tío Sam”, pero ahí estaban.

Me llamó la atención y gracias a unos colegas chalacos, anclados en Yanquilandia, conseguí que el pata, me concediera una entrevista –translator included- sin imaginar que mi futuro entrevistado iba a resultar una de las cajas de sorpresas más increíbles que he reporteado en mi prolongada carrera.

Di pues. El pata era “newspaperman”, es decir, periodista y había trabajado largamente, nada menos que en la famosísima Cadena Hearst, cuyo manual, titulado: “Hablan los Periodistas”, es algo así como una Biblia, para quienes de verdad, amamos nuestra aventurera profesión.

La entrevista se realizó en uno de los camerinos del set que lo empleaba y comenzó increíblemente con una serie de preguntas que ÉL ME HIZO A MÍ”, porque el hombre, era un “César Augusto Made In Usa”.- Es decir un periodista -escritor, capaz de escribir –conforme me tradujeron- “desde cartas de amor, hasta planes de gobierno”.- Estuve a punto de comentar como la viuda en su segundo debut: ”lo mismito que el difunto”, pero le eché valor y reforzado por mi english de la secundaria, que debo agradecer eternamente al profesor Américo Usandivaras, que no sé por dónde andará. Expliqué con mímica y todo lo que era un “orchest man”, o sea “hombre orquesta” y además había sido actor teatral, lo que me facilitaba el manejo de situaciones de televisión, escribiendo libretos, o actuando en drama o comedia.

“Lo mismo soy yo”, me dijo, rematando en carcajada, para luego ofrecerme un trago de whisky, que cordialmente hube de rechazar pues yo, de la cervecita, jamás he pasado y brevemente.

Bueno, la historia del tío, era “periodística cien por ciento” y me cuidé de no anotar más coincidencias, a fin de no desbarrancar la historia, porque así es la chamba, mi estimado.

Entonces, el hombre se despachó a su gusto, hablándome de los principios básicos de nuestra común profesión a saber: “Informar, orientar, interpretar y ENTRETENER”, tema que los noticieros de todo el mundo –y los peruanos, hasta ahorita mismo- parecen ignorar por todas las puntas

-“No hay nada más aburrido que un noticiero, por más sensacionalista o chismoso que sea”,- me dijo el gringo colega.

“Por eso, cuando me despidieron porque sí, de seis empleos sucesivos, yo empecé a recorrer las TV empresas, llevando la idea de intercalar notas pintorescas o concretamente cómicas antes o después de las pausas comerciales. Finalmente, una de las más poderosas cadenas televisivas domiciliadas en New York entendió el envío-o propuesta- y me contrató. Lo del vestido y el sombrerito, fueron creación mía… y aquí me ven triunfando”, – me recitó-, antes de mandarse el segundo trago gringo. La entrevista se prolongó hasta muy entrada la noche y terminamos en un deslumbrante restaurante, en el cual, el personaje y sus acompañantes-es decir los periodistas peruanos- fuimos tratados a cuerpo de rey, pues “El Hombre del Clima”, era un personaje súper popular” y esa noche se cansó de firmar autógrafos.

A mi retorno, le conté el cuento a mi hermano ausente Kiko Ledgard, que antes de ser estrella televisiva, había sido -como yo-, boxeador aficionado, comediante de escuela y mil cosas más.

Don Genaro Delgado-inolvidable capo de nuestra TV- recogió el guantey Kiko, empezó a matizar los noticieros con su unipersonal que tituló: “Así está el Mundo”, que alcanzó mucho éxito, tanto por lo original de la apuesta, como por el imbatible carisma de mi hermano Kiko. Pero, por esas extrañas cosas que tiene nuestro Perú, un día Kiko resultó remitido a sus concursos y sus geniales payasadas. Pero, la idea quedó en pié y ¿saben una cosa? Modestamente, yo pienso relanzarla. De modo que si conocen ustedes a un TV opinólogo, o “productor”, como a veces les dicen, cuénteles la historia y…ya lo saben: “YO MISMO SOY”.

UN BUEN MAGAZINERO…Y UN SAGAZ CONTADOR DE CHISTES.

A lo mejor, esa es la próxima estación que me ha fijado el destino. Por ahí nos vemos. ASÍ ESTÁ EL MUNDO. Le prenderá una velita a San Hilarión, santo de mi vieja. Puedo jurar, que dicho santo varón – que incluso era medio periodista- jamás me ha fallado. Tampoco a otro querido hermano: Arturo Morales Raymondi, que era su fiel devoto.

 

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