El país quiere algo más que simples promesas

 

Nuestro pueblo, ese pueblo formado por la gran mayoría de ciudadanos de a pie, a estas alturas y luego de haber escuchado el discurso presidencial de fiestas patrias, seguramente que ahora más que nunca, es consciente de la situación en que vive, de sus problemas, de sus carencias y limitaciones.

Kuczynski se ha encargado de ello, no solamente al decir su verdad sobre las razones que han impedido llevar adelante la prometida revolución social de hace un año, sino también con las promesas ahora ofertadas ante un pueblo que ya está cansado de ellas. Eso mismo hicieron otros que fueron huéspedes de Palacio de Gobierno, cuando la economía estaba en su apogeo, y la triste realidad es que poco o nada se ha avanzado para terminar con la miseria material y moral que aflige a millones de hogares peruanos. Entonces ¿cómo creerle ahora al actual Jefe de Estado, cuando hay de por medio una recesión en la actividad económica y que el problema es nacional, pero también mundial? ¿Cree acaso que la ingenuidad sigue siendo una característica de la población?

Por otra parte la llamada oposición política juega a lo mismo. Se rasga la vestidura. Sus voceros, con asiento en el Congreso, hacen las más serias críticas al discurso presidencial, olvidando que cuando tuvieron oportunidad de gobierno, se zurraron en el clamor popular. ¿No es verdad que con Fujimori, Toledo, García y Humala, las políticas económicas sirvieron para favorecer más a grupos privilegiados y no a los más necesitados? ¿Tales grupos opositores, podrían explicar porqué los trabajadores, siguen siendo los olvidados de siempre? ¿No fue durante esos regímenes cuando la seguridad pública se vino abajo y la pobreza se convirtió en una de las causas de tanta proliferación de la delincuencia y de la prostitución?

Hay mucho que decir al respecto, sin olvidar que en el quehacer político existen utopías, sueños por realizar. No extraña por eso, que haya quienes reclamen que gobierno y oposición, al menos, concerten un plan gubernamental básico, mínimo, que saque al país de la actual situación de pobreza y subdesarrollo en que se encuentra. Eso es como pedirle peras al olmo. Para retornar a la realidad a esos soñadores, la lideresa del “keikismo” ya adelantó opinión y ha puesto en evidencia su decisión de seguir saboteando la gobernabilidad. Hecho éste último ratificado por uno de sus principales asistentes, hoy presidente nada menos que del Congreso de la República, que sin vergüenza alguna, no bien terminó de leer su discurso Kuczynski, abrió la boca para decir que le hubiera gustado escuchar uno distinto.

Ante situaciones como éstas, alguien tiene que decirle sus verdades al gobierno y a la oposición. Por lo pronto que se dejen de majaderías. Está bien que la gente de Palacio de Gobierno quiera hacer historia y que los del Congreso, a su vez, piensen en lo mismo. Pero para lograr eso, mejor sería que desde ahora aprendan a comportarse como políticos de verdad. Dejen de lado la demagogia, no hagan politiquería barata, no dediquen todo su tiempo a justificar lo injustificable, ni simplemente a criticar. Busquen en el diccionario, más conocido como “mataburro”, el significado de la palabra diálogo. A lo mejor con más comprensión lectora encuentran puntos de coincidencia y algo de alegría para un pueblo tan sufrido como el pueblo peruano.

 

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