El presidente Vizcarra y la poliarquía como forma de gobierno

 

En su mensaje a la Nación, en ocasión del 199 aniversario de la independencia nacional, el presidente de la República, Martín Vizcarra Cornejo, le hizo llegar una rama de olivos a los partidos políticos que tienen vigencia presente y futuro inmediato, con el objeto de arribar a consensos que faciliten la gobernabilidad del país, ahora y desde tiempo atrás, abrumada por los serios problemas de orden social y económico. Esto, prácticamente cuando se viven las antevísperas de un proceso electoral que ya comenzó, en tanto ya fueron convocadas las elecciones generales. Abril del año entrante, es la fecha determinada para ir a las urnas. Tres meses antes que pueden considerarse las vísperas del bicentenario de la declaración sanmartiniana de la emancipación del yugo colonial y que a juicio de los próceres significaba la voluntad general de los pueblos y de la causa que Dios defiende.

La convocatoria, sin embargo, para algunos “políticos” sin representación en el Congreso de la República, no significa nada, coincidiendo con lo expresado, oral y por escrito, por determinados “analistas”, los mismos que consideran que lo dicho no pasa de ser una buena intención. Se pretende así, restar seriedad a un gesto que puede marcar un nuevo camino, otra oportunidad, para lograr una administración que fortalezca, en forma real, la vida en democracia. Interpretada esta como sistema político, en donde la excelencia de una buena gobernabilidad, sirve para acercarse, cada vez más, a la ansiada utopía de una existencia más digna para unos y otros. Sobre todo, para esa mayoría de marginados y discriminados, que los hay tantos, que la pandemia del Covid-19, aparte de su crueldad, nos hace ver que se encuentran, como siempre, olvidados gobierno tras gobierno.

Pero ¿alguna vez, esos “políticos y “analistas” dejarán de lado sus opiniones? No, definitivamente. Sería fatal. Es su derecho. Fundamental e inherente a la persona humana. Lo que ellos, sin embargo, desconocen o ignoran es que, en forma tácita, están contribuyendo a reconocer un gran mérito al presidente Vizcarra Cornejo, quien como gobernante ha instalado en la política peruana la poliarquía. La tolerancia que viene mostrando hasta ahora, de críticas, conjeturas y una larga animadversión, lo presentan como un gobernante que no pone reparos al crecimiento de la oportunidad de los debates y, de esa manera, a la participación en los mismos de personas, grupos e intereses encontrados, tan indispensable cuando se ejerce el poder político. Eso se conceptúa, a grandes rasgos, la poliarquía. Tan es así que, cuando concluya su gestión, quedará en el recuerdo su popular frase: “Pero, no pondrán doblegarnos”.

En la poliarquía, hay que subrayar, existe la libertad de expresión, la libertad para que los políticos y los ciudadanos en general, compitan democráticamente y, entre otras libertades, también la de asociación, de buscar adherentes, votos, diversidad de fuentes de información. Es importante que esto ocurra porque desarrolla un sistema político, en el cual se respeta a la oposición, la rivalidad y la competencia entre lo que hace el gobierno de turno y los rivales gratuitos o no. Corresponde al gobierno tener la disposición de satisfacer las demandas ciudadanas, en términos de igualdad de oportunidades para mostrar sus preferencias en forma pública, en forma individual o colectiva. A eso apunta la convocatoria al diálogo del presidente Vizcarra Cornejo y tal la trascendencia de su iniciativa cívica.

Unas líneas finales. El mensaje manifestado el reciente 28 de julio desde el Congreso de la República ha contentado a unos, mientras otros le niegan el derecho a decir lo que piensa hacer en el poco tiempo que le queda en el ejercicio de la presidencia. Esta actitud no es nueva aquí o en otras realidades. ¿Está mal que proponga un presupuesto de 20 mil millones de soles, para mejorar el sistema nacional de salud, tan caótico como lo encontró?, ¿Es incorrecto que haya decidido usar la modalidad de gobierno a gobierno y una inversión de 30 mil millones de soles para concluir las obras de las líneas 3 y 4 del metro de Lima y la Carretera Central?, ¿Se le puede censurar porque haya expresado dolor por la muerte ocasionada por una pandemia, que no se esperaba y contra la cual el país no estaba preparado? Dejemos las cosas allí. Forma parte de la tolerancia que corresponde practicar a quien sabe que forma parte de una Nación, marcada por grandes desigualdades.

 

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