El psicólogo ausente con los menores

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El protagonismo que busca Jean Deza por darle un refrescante chapuzón a su carrera futbolística está orientado a no perder el tren de la madurez y no quedarse en la estación de los que lamentan no haber aprovechado el mejor ‘cuarto de hora’.

El ojo avizor de los que saben de la redondez de la pelota cae en la idea que son contados con los dedos de las manos los futbolistas que se diferencian del resto. Son los talentosos que escasean en el campeonato de la Liga 1 que recién se inicia, pero ya muestra quiénes son los macheteros y quiénes los que dan buen trato al balón.

El Jean Deza actual en Alianza Lima obedece a que el fútbol tiene un tiempo pasajero y quiere mostrarse como la mejor expresión del juego bonito aunque a Pablo Bengoechea le resbale.

No lo está haciendo mal Deza en los minutos que ha estado en la cancha, se le ve inspirado y agrega su cuota de sacrificio para no desentonar en las exigencias del fútbol moderno que privilegia el estado atlético.

Los talentosos aparecen como seres extraños pero con una sapiencia nacida y que en los manuales no hay escrito una sola línea sobre el enjundioso juego de aquellos futbolistas pensantes que proporcionan una cuota de arte en cada jugada.

Deza nació con un talento natural como muchos otros que se forman en los potreros o en las canchas polvorientas de los barrios de cordones pelados para no caer en el cortocircuito del olvido temprano.

El asunto es que hay muchos jugadores como Deza, pero se pierden por caer en manos de preparadores de escasa formación. Es que el entrenador de empírico conocimiento, provoca que los menores pierdan su fantasía y sean atrapados por el fútbol de musculatura exagerada.

Lo peor es que estos chicos caen en los vicios de la calle y no llegan a los clubes formales y es aquí donde se hace necesaria la presencia de la Federación Peruana de Fútbol para hacer una búsqueda y localizarlos.

Las quejas de siempre es que no hay buen trabajo formativo. Se debe a que los principales factores están ausentes, la nutrición, el seguimiento médico y el exhaustivo chequeo sicológico.

Hay mucho profesionales en el campo sicológico que no son tomados en cuenta y se prefiere contratar a formadores que no conocen el terreno pero que cobran poco y se los prefiere en lugar del sicólogo preparado para hacer el trabajo.

Si deseamos que el fútbol conserve su espectáculo de buen juego y arte en las canchas, tendremos que ser exigentes para que Cuevita, por ejemplo, no recurra a la indisciplina como parte de su vida loca.

Por ello la protección al talento debe ser permanente, Con buenos profesionales que conozcan del trabajo con menores y no con improvisados que estropean la aparición de buenos futbolistas, cono valores especialmente.

Melgar en la ruta de Cienciano

 

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