El repechaje, última parada antes de llegar a Rusia

 

El repechaje contra Nueva Zelanda en noviembre próximo es el siguiente paso para la selección peruana en su intento por llegar al Mundial de Rusia 2018. Un premio que calza bien para destacar que el equipo de Ricardo Gareca que respetó sus virtudes futbolísticas y agregó temperamento y coraje para superar algunos aspectos que no manejamos.

La bicolor llegó a estas instancias del Repechaje ante Nueva Zelanda tras ser desahuciado tras un comienzo pavoroso que hizo pensar en forma temprana que llegar a Rusia estaba más para recoger los pedazos de un nuevo intento fallido.

Pocos, hay que reconocerlo, creían que Ricardo Gareca podría enderezar la campaña que se torcía y se caía para dar cara a una espantosa realidad de no llegar al mundial después de 36 años.

El fútbol peruano es de características conocidas, de toque, creatividad y talento para que en las jugadas de inspiración pese más que las rígidas marcas de los rivales. Ese sistema que se acerca al juego bonito es respetado por Ricardo Gareca, un fútbol con identidad propia que está en nuestro ADN.

Ricardo Gareca tuvo otro aporte significativo al lograr que el futbolista que llegaba a la selección debía hacerlo con un compromiso y respeto para no distraerse del objetivo.

Se acabaron los permisos y la visita a familiares se redujo para que todos estén enfocados en la búsqueda de alcanzar, paso a paso, los puntos necesarios para cambiar el paisaje futbolístico de Sudamérica. Ello obligaba a destrabar la idea de no poder superar a países que estaban abonados a jugar mundiales.

En el último tramo del proceso el equipo pegó el despegue con la goleada a Paraguay por 4-1 y aunque en el siguiente partido se perdió con Brasil en Lima, la ruta del éxito pudo recuperarse con Gareca insistente en no extraviarse.

Estuvo correcto en no cambiar nada, solamente algunos ajustes y darles a sus jugadores el apoyo moral para que puedan salvar las situaciones adversas que podrían encontrarse en el camino.

En el último partido contra Colombia se jugó mal pero es que el rival no permitió que hagamos nuestro fútbol neutralizado las piezas del ajedrez con un aislamiento de los conductores. Cueva, Carrillo y Yotún no tuvieron comunicación. Flores intentaba alguna salida al problema de la marca y Paolo Guerrero atado con dos postes a su lado, hacía que el juego peruano se hiciera improductivo. El arquero Ospina apenas intervenía y el tiempo jugaba en contra.

Hasta que James nos hizo pasar el momento más ácido del partido y luego Paolo Guerrero con un formidable tiro libre que entró con la complicidad de Ospina que si no tocaba la pelota, el gol era anulado. Era tiro libre indirecto y tal como se conoce en el argot futbolístico, la ejecución era con ‘dos patadas al balón’.

La selección peruana quedó en evidencia de que no siempre puede jugar bien cuando la lectura del entrenador contrario amarra la producción de los que tienen buen pie.

Ello no podrá repetirse contra Nueva Zelanda. Pero por lo demás estamos satisfechos por lo que ha hecho hasta ahora. Falta el último toque, ese toque de la buena sazón para el aderezo final.

 

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