El transfugismo, un problema antiguo sin solución

 

La presidenta del Congreso, Luz Salgado Rubianes, ha hecho público un buen deseo: “La palabra tránsfuga debe pasar al olvido”. Claro, le anima seguramente el propósito de impedir la división de las bancadas políticas que hoy se encuentran, desde fecha muy reciente, representadas en el Parlamento. Que no se debiliten por quítame esta paja, tal como ha venido aconteciendo desde tiempos de larga data. Nimiedades acompañadas de groseros antecedentes.

Hasta allí pareciera que existe en ella la mejor intención que se da, contradictoriamente, cuando su propia bancada comienza prematuramente a sufrir ese mal llamado transfugismo o trasfugismo. Yeni Vilcatoma, ayer fiscal y luego procuradora anticorrupción, se ha encargado de dar la primera alarma con su renuncia irrevocable al colectivo fujimorista. ¿El motivo? Ya es de conocimiento público, sus discrepancias con una de sus colegas, vinculada a un conocido estudio de abogados, en un proyecto que tiene que ver con la mejor manera de administrar justicia en casos de podredura. Se rumorea que más temprano que tarde, otros que aun conservan la condición de invitados o independientes, postergados o silenciados, cuando no desilusionados, le seguirían los pasos.

El tiempo se encargará de dar respuesta a esta incógnita. Como también de dar a conocer hasta qué punto llega la inteligencia o la sabiduría de nuestros congresistas, renovados en gran parte, y que, según trasciende, están que se rompen la cabeza por encontrar una ley que ponga coto a la fuga, llamémoslo así, de quienes desencantados por razones ideológicas, éticas y morales, pero igualmente por intereses poco santos, deciden cambiar de camiseta partidaria, pero sin abandonar la curul, que al menos les brinda una cuota de poder político. Cuota que bien utilizada, puede servir para el progreso del país y que mal empleada, solamente facilita la obtención de ciertos bienes materiales personalísimos.

No olvidemos, por otra parte, que el infierno se encuentra lleno de buenas intenciones. Y esto es lo que podría suceder en nuestro medio, contra la voluntad de Luz Salgado. La historia, por ejemplo, relata como personajes famosos, no escaparon a la malidicencia de quienes les catalogaron de tránsfugas. Uno de ellos, Marco Tulio Cicerón, el gran orador, escritor, filósofo, político, que en los años de la Roma antigua, era llamado por sus opositores como un “levissimus transfuga”, como un sujeto sin escrúpulos, un adepto a los bienes materiales y hasta de cobarde que no defendía los anhelos de su pueblo. Adjetivos que tenían su contrapartida, entre sus seguidores republicanos que citaban su nombre como sinónimo de libertad y hasta de santidad. En épocas más cercanas, bastaría con recordar el paso de Winston Churchill, político inglés de nombradía quien luego de formar parte de las filas de los laboristas, pasó a constituirse en columna fuerte del conservadurismo de su país. Un vuelco total.

Aquí no nos quedamos cortos al respecto. Sin retroceder mucho, allí tenemos lo ocurrido en abril del 2000, cuando se procedió a la elección de un nuevo congreso. Pese a todos los amarres y contra todas las acciones fraudulentas, el fujimorismo dejó de tener mayoría parlamentaria, situación que le acompañaba desde 1992. Vladimiro Montesinos recurrió a las prebendas, al reparto de millonarias sumas de dinero, hasta lograr que la corrupción avanzara y se diera una movida tránsfuga que le permitió recuperar el control del poder legislativo. La lealtad a las ideas políticas, a los programas de gobierno, fue dejada de lado. Hubieron quienes se alinearon con tal perversidad y otros que ante el decaído prestigio de los partidos tradicionales, optaron por formar nuevas organizaciones, con perjuicio evidentemente para las agrupaciones ya conocidas. En opinión de Fernando Tuesta Soldevilla, el transfugismo ha mutado con el paso del tiempo. Ahora vemos el fenómeno del transpolíticos, que no está asociado a la corrupción y que permite que los políticos cambien de partido y los partidos de programas.

¿Y a todo ésto, qué se entiende por tránsfuga o trásfuga? Los entendidos en la materia nos dicen que es una denominación atribuída en la política a aquellos representantes que, traicionando a sus compañeros de lista o de grupo, se apartan individualmente o en grupo del criterio fijado por los órganos competentes de las formaciones políticas que los han presentado, o habiendo sido expulsados de estas, pactan con otras fuerzas con líneas distintas, ya sea para hacer oposición o apoyar la formación de una nueva mayoría. A menudo, explican los mismos expertos, el transfugismo tiene lugar por motivos ilegales, inconfesables y socialmente inaceptables más que ideológicos. ¿Será éste el caso de Yeni Vilcatoma? Aparentemente, no es así.

Es necesario aclarar, en las circunstancias actuales, que la posibilidad de sancionar el transfugismo, no tiene nada de nuevo en nuestro país. Si ha ocurrido en otros países. Aquí, en cambio,se trató de sancionar con la vacancia automática a quien dejara de pertenecer al partido que lo llevó al Congreso o al Concejo Municipal o al Consejo Regional. La Comisión de Constitución aprobó un dictamen favorable en mayo del 2005 y aun cuando entró el proyecto a la agenda del pleno el 21 de junio del mismo año, no fue sometido a debate. ¿Por qué? Dicen que el peso de los otorongos fue más grande, que el de los voluntariosos.

 

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