El verdadero «Rocky»

 

HISTORIA DE UN “PAQUETE”

Hace algunos años, si alguien hubiera hablado de Chuck Wepner en el mundo del boxeo, solamente hubiera desatado comentarios sobre la suerte de un “palooka” (“paquete”, diríamos en peruviano). Se trataba de un “peso completo” de larga trayectoria, que anotaba en su récord, más de 30 peleas como profesional, habiendo ganado 17 de ellas,8 por nockout, 3 ó 4 por puntos, siendo el saldo restante, una atroz carnicería en su contra, que le valió el mote de “Chuck El Sangriento”, por la fragilidad de sus “arcos superciliares”, vulgo, cejas, que literalmente convertían el ring en una “piscina para Drácula”, según comentaristas del deporte de los puños.

“El Sangriento” Chuck, aceptaba peleas por lo que le ofrecieran y contra quien lo programaran, teniendo casi asegurada la derrota, además de su espectacular “baño de sangre”, que podía durar algo así como quince rounds, lo cual, no es poca michi en cuestión de palizas a recibir, mi estimado.

Pero hasta para un “palooka”, a veces, la suerte tiene una sonrisa, o por lo menos, mueca parecida, como se diría, entre tanda y tanda.
Oficialmente, Chuck se ganaba la vida como portero, “bodyguard”, o “sacaborrachos” de algunos casinos-o cosa parecida-, como podría calificarse a ciertos bebederos malevos de los suburbios de “La Gran Manzana” y “palooka” o no, los cien kilos y la mirada asesina de “El Sangriento” desanimaban a cualquier “rompeesquinas” que estimara la integridad de su propia osamenta.

Y en eso, se le apareció “Don King”, con su “afro” alborotado y una oferta de cien mil cocos, cantidad que el buen Chuck no había alucinado ni en sus más hermosos sueños de cuenta definitiva.

Se trataba de aguantarle unos cuantos rounds, nada menos que a Muhammad Alí, que venía de noquear a Foreman en Zaire-Africa, recuperando la corona de las “heavyweights” que había perdido no hacía mucho, frente al mismo poderoso rival.

OTRA DERROTA CANTADA

Y resulta pues, que el zorruno empresario, necesitaba sacarle lustre al reciclado campeón, en el cual -de pasada- no confiaba mucho, pues lo estimaba “muy bocón y más bailarín que un peso pluma”.

Y como era de esperarse, Chuck aceptó “over the pucho”, ya que paliza más o menos, a nadie le caen mal cien mil verdolagas, oiga usted.

La noche de la pelea, un conocido libreto empezó a desarrollarse. A los primeros jabs e Alí, las cejas de Chuck reventaron como fuegos de artificio y en un momento del octavo round, se llamó al médico para que revisara la integridad del “palooka”.

“HA DICHO TRES”

El doctor, mostró su mano en alto y preguntó al aporreado: ¿Cuántos dedos ves aquí? –Y el entrenador de Chuck, comprendiendo que su pupilo estaba más ciego que enamorado sin plata, le aplicó solapín nomás, tres pellizcos, recabando del medio muerto, un murmullo apenas inteligible como “Tres”. Gracias a lo cual, el galeno proclamó:  «ha dicho tres. Puede seguir peleando».

-Y la masacre siguió adelante, hasta que en el décimo, por un milagro esquivo que los entendidos denominan “lucky punch” (golpe de suerte), en cristiano, Chuck colocó un swing de izquierda, neto a la carótida y tumbó de un viaje al flamante campeón.

Se estremeció el “Madison”, hirvieron las apuestas y Chuck –o su esquina- , cometieron el grave error, de no exigir que se suspendiera la pelea y los jueces declararan “tablas”.

ALÍ VUELVE AL PLEITO

Alí se levantó a la cuenta de ocho y para qué les cuento. Por poco desaparece a su rival a punta de golpes. Terminado el “Starbout”, Alí marchó a los camarines en tanto Chuck viajó en ambulancia al hospital más cercano. (MAÑANA: EL FIN DE LA HISTORIA).

 

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