En busca del tiempo perdido

 

El título de esta HERMOSA NOVELA DE PROUST (1871 – 1922) podría recrearse ahora, con los niños y adolescentes de nuestro tiempo. La conclusión, de antemano, es la siguiente: ellos están perdiendo su tiempo. El mundo cibernético y las redes sociales, físicamente, los han absorbido; mentalmente los han secuestrado. El tiempo se pierde para compartir con sus padres, abuelos y para la interacción social.

Primera evidencia: los niños y niñas, de un poco más de dos años, ya están manipulando celulares. ¿Qué pasará en diez años? La tecnodependencia aumenta progresivamente, de menos  tiempo a más tiempo. Hace algunos años, se comenzaba a “perder el tiempo de interacción personal” a los 8 años de edad, luego fue a los 6 años y a los 4 años respectivamente; ahora se comienza a los 2 años, y no se termina nunca. Un niño con bajo consumo de internet utiliza entre 6 y 8 horas semanales; son 32 horas mensuales y 384 horas anuales. ¿Cuánto tiempo “real” pasa con sus padres en una semana? Un niño de alto consumo tiene 8 horas diarias de internet o video juegos; 56 horas semanales 224 horas mensuales y 2688 horas anuales. La pregunta se repite. ¿Cuántas horas interactúa con sus padres?

Segunda evidencia: en la adolescencia, el furor de la dependencia tecnológica es mucho mayor; ellos y ellas no tendrán restricciones de parte de sus padres, porque no se les pueden controlar. No existen adolescentes con bajo tiempo de consumo de tecnología (Youtube, Facebook, Whatsapp, entre otros). Los adolescentes pueden tener días de 14 horas de consumo, lo que hace un total de 98 horas semanales y 408 horas mensuales, así como 4896 horas anuales. Sin embargo, la pregunta ya no solo es ¿cuánto tiempo pasan con sus padres?, sino también ¿cuánto tiempo para el estudio?, ¿cuánto tiempo de deporte?, ¿cuánto tiempo para la espiritualidad? y ¿cuánto para la formación de valores (por ejemplo voluntariado)?

Todo ese tiempo puede ser tiempo perdido, en opinión de psicólogos, psiquiatras, educadores, neurólogos; y si los padres se ponen a pensarlo, coincidirán en que es tiempo perdido. Si las cosas siguen así, esta será la generación del tiempo perdido; y los adultos, ahora, debemos buscar (rescatar) el tiempo perdido de los niños y los adolescentes.

Los adultos y los jóvenes también tienen su tiempo perdido con la tecnología, en gran magnitud, pero no es del caso analizarlo ahora. Más bien queremos hacer una propuesta para todos:

  • Buscar un especialista en comunicación que eduque a todos los de la familia, en la necesidad de enriquecer el tiempo familiar.
  • Convencer a cada niño y a cada adolescente de la forma en cómo puede recuperar su tiempo perdido.
  • Pedirles a los docentes que, realmente, la tecnología eduque a los niños y adolescentes. Además, que los motiven hacia otras actividades lejos de la adicción tecnológica.
  • Deporte, deporte, deporte
  • No podemos oponernos radicalmente, pero podemos ser persuasivos racionalmente.

Si los contenidos son valiosos en las redes sociales, no será tiempo perdido. Eso depende de los expertos en comunicación social y de la información que publiquen.

Tenemos la esperanza de que los niños y los adolescentes de nuestro tiempo recuperen el tiempo perdido.

 

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