¿Es tan fatídico el martes 13?

 

Se cree que es una superstición de origen greco-romana, quizás nacida de una interpretación pitagórica acerca del “orden de las decenas, que se alteran desordenadamente más allá de las docenas”. Sea como fuere, el antiquísimo dicho sentencia: “En Martes 13, ni te cases, ni te embarques… ni de tu casa te apartes”. Esto, para los 300 millones de seres que nos entendemos en español. Para quienes hablan lenguajes anglo sajones -o sus dialectos derivados- la superstición tiene una variación “semanal”, por así decirlo, proyectada al “Viernes 13”, que se vincula al “satanismo” y, concretamente a las apariciones fantasmal-diabólicas.

Por si usted no lo ha advertido, en muchos edificios, sobre todo los ubicados en Estados Unidos o Gran Bretaña, los “pisos” se numeran del doce al catorce, haciendo un abucionista “salteo” del supuestamente fatídico trece.

Para los “analistas” de ciertas viejas creencias, el “fatalismo” del martes, se origina en la “regencia astrológica” de Marte, este cuerpo celeste, de antiguo, vinculado a la guerra, la violencia, y… la muerte. En cuanto al número trece, su origen podría ser de “arcaísmos cristianos”, por haber sido ese el número de comensales en el curso de “La Última Cena”, correspondiendo el 13, a quien habría de ser traicionado por “alguien” sentado en la significativa mesa.

Pero aquí hay una contradicción que puede analizarse en el famoso cuadro de Leonardo Da Vinci, precisamente titulado “La Última Cena”. En este célebre lienzo, puede apreciarse a un “personaje” de frondosa cabellera que abrazando a Jesús, oculta su rostro. Y según Mark Brown, autor del “bestseller”, llamado “El Código Da Vinci”, tan enigmático “apóstol”, no sería tal, sino la redimida “María Magdalena”, a quien además, este novelista, a la par de otros estudiosos, atribuye haber contraído matrimonio con “El Nazareno”, como se expresaría en “Las Bodas de Caná”.

Y apoya este argumento, en la narración que presenta a los discípulos, informando a Jesús del agotamiento del vino, en mitad de la celebración nupcial. A lo cual, el “Redentor”, responde, realizando el milagro de convertir siete cántaros de agua, en el “vino, elixir celebratorio”.

Para Brown, “de acuerdo a la tradición judía, sólo el novio estaba autorizado a proveer de vino a los invitados, lo que nos llevaría a entender que “el novio”, era nada menos que Jesús. Y por ello, plantea la pregunta: “Si lo que se celebraba era una boda… quiénes eran los novios contrayentes?”.

Queda a la interpretación de cada quién y a la condena de los estrictamente dogmáticos, responder a la interrogante.

Los hechos trágicos, ocurridos en “Martes 13”, son numerosos y muy bien documentados, pero los Maestros Ocultistas y, los modernos “motivadores”, como Louise Hay, Anthony Robbins o Deepak Chopra, son terminantes en su sentencia: “Lo que tú creas, signará tu vida”.

Esto nos lleva a aconsejar el cultivo de pensamientos positivos y creadores de dicha, dejando al temido “Martes 13”, en el basurero de la tontería.
Aunque… nunca está demás la precaución… durante todos los días del año.

 

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