Estamos lejos del primer mundo futbolístico

 

El receso de las eliminatorias a Qatar 2022 hasta marzo del año entrante, el prefabricado andamio para una final de la Liga 1 entre los que hicieron lo posible para llegar a esta instancia y la escasa aparición de nuevos valores, dejan como saldo un año claro oscuro para el fútbol peruano.

Aparte, la desabrida actuación en Copa Libertadores de Alianza Lima y Binacional y la no menos gran interrogante para saberse por qué el equipo de Ricardo Gareca se disparó a los pies con un comienzo doloroso para Qatar 2022, son sensaciones de un resquebrajamiento de la fortaleza anímica pensando en el pasado y lo que se viene más adelante.

Suma la pandemia que afectó la salud de miles y deja muchas pérdidas humanas como atenuante de un  año para el olvido y que arrasó con todo. En lo que le toca a los clubes les  dejó un profundo forado económico difícil de recuperar en un mediano plazo.

Todo el desastre del 2020 deja una herencia nefasta que se convierte en un reto para que el año que viene con suficiente ingenio para destrabar los pecados de una temporada infame y convertir  todo lo torcido en una verticalidad que haga recuperar las sonrisas que ya habíamos visto en Rusia 2018.

Los que no creen en el equipo de Gareca firman la eliminación tempranamente y se endulzan de placer como angelitos de maldad cuando lo que se quiere es apoyar al equipo que tiene que trabajar en su recuperación.

Un año en que Jefferson Farfán y Paolo Guerrero se encuentren en condiciones de unirse al plantel y con el aporte de ambos recuperar el terreno perdido para que el reinicio de las eliminatorias nos saque del hoyo en que nos encontramos.

Gianluca Lapadula tendrá necesariamente que convertirse en fusible para ser pieza de cambio para ser aporte al propósito de la recuperación pre mundialista en un año cargado de muchas enmiendas.

El fútbol peruano necesita de una nueva clasificación mundialista que permita el crecimiento de los clubes y se enfrasquen a un trabajo que obligue a que nunca más los clubes den vergüenza en la Copa Libertadores.

Queda claro que hay mucho que hacer por nuestro fútbol que apasiona pero en años no vemos el suficiente esfuerzo para ponerlo en el nivel de los grandes de Sudamérica.

La selección peruana tiene que clasificar a Qatar 2022 por otras muchas razones para un país como el nuestro que no llega a calzar al lado de los grandes Argentina, Brasil y Uruguay.

Si bien es cierto que la precaria estructura permite a que clubes lleguen a la máxima categoría, se debe regular el ascenso a la Liga 1. Para que no suceda la pobre actuación de Deportivo Llacuabamba que no encaja en una competencia que pretende ser del primer mundo.

 

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