Estar con los pobres es mucho más que una simple frase

 

Es una verdad de perogrullo decir que la pobreza es uno de los más graves problemas que afronta el país. Lo es y lo sabemos, pero lo perverso está en que a pesar de ello, nos llenamos la boca de promesas y poco o nada hacemos personal y colectivamente para superar tal indignidad. En la reciente semana el presidente de la república ha hecho pública su posición al respecto y con expresiones dignas de elogio se ha definido como alguien que, dentro del abanico de opciones que hay en el mundo de la desigualdad, él está con los pobres.

Aplausos desde las galerías populares. Palmas un poco tibias en las tribunas preferenciales. Silencio total entre quienes tienen harto billete. En el caso de los primeros, es lógico que cierren filas ante la posibilidad de que haya menos obligaciones tributarias. Vía rebaja del impuesto general a las ventas, podría producirse un abaratamiento del costo de vida. Que haya más dinero en sus bolsillos, como explica socarronamente Pedro Pablo Kuczynski. Entre los segundos, existen dudas. Hay quienes creen que tal propuesta gubernamental serviría más a los vendedores que a los compradores. En pocas palabras, se quedarían con el 1 por ciento en caso de bajar de 18 a 17 por ciento el aborrecido IGV. Pero entre los terceros, la cuestión presenta una mezcla de cinismo y nula sensibilidad. Estos afirman que si los pobres ya están acostumbrados a vivir así, porqué PPK quiere cambiar tal estado de cosas.

En medio de esta escaramuza verbal y cuando la mayoría parlamentaria anuncia su oposición, entendiendo que la propuesta afirmaría las simpatías políticas que viene ganando, entre risas y bailes, el susodicho PPK, no se ha tomado en cuenta que desde hace años los sectores pobres, entre ellos los trabajadores formales e informales, y los recontrapobres, que están en la miseria y sobreviven porque Dios es grande, se aferran a su condición y vocación humana como denuncia moral, como exigencia ética y como dirección inicial y última de un desarrollo alternativo: “Somos personas, Somos seres humanos”.

Buscando una precisión de lo señalado, quienes están en la condición de pobreza y miseria, y en nuestro país son más de nueve millones de personas, en pocas palabras le están diciendo al poder político y al poder económico, la razón, la tarea liberadora, el centro de la convergencia de todo lo que es necesario hacer, el núcleo ético y cultural del desarrollo, y sobre todo su protagonista.

¿Cómo se come ésto?, podría decir algún despistado. Si quieren hallar más de uno de ellos, dense una vueltecita por el Congreso de la República y encontrarán a los buscados. La actual presidenta de la Comisión de Presupuesto, señora Chacón, quien todavía tiene pendiente una respuestas sobre economía a un reportero, a lo mejor les podría servir de cicerone. Entre tanto vayamos al grano. La oportunidad de conocer de cerca a la población excluída y discriminada, nos hace saber que ella hace rato que está construyendo una sociedad alterna de sobrevivencia, de iniciativa civil, tal vez de promoción y de cooperación, de identidad social y de cultura popular. Y no precisamente con las limosnas que eso es lo que significan los llamados programas gubernamentales de ayuda social.

En la actitud, en el comportamiento de esos ciudadanos, se observa la existencia de un nuevo espacio de lo político y una muy diferente revinculación de lo social. ¿Cuándo se hará visible en forma realmente notoria? No hay tiempo que lo señale, pero quizá sea en el futuro un medio para encontrar las formas y la metodología de la descentralización política del Estado y aun del poder. La solidaridad de los excluídos cuenta con organizaciones económicas populares, organizaciones libres del pueblo, fuentes alternativas de trabajo que producen bienes indispensables, por el momento como medios de sobrevivencia.

¿En dónde están? La respuesta la encontrarán en el Perú profundo, en los valles andinos, en los arenales y en los cerros que sirven de suelo habitacional en la Costa y en las profundidades de la Amazonía.

¿Los asesores y los ministros de PPK tienen decidido también jugárselas políticamente por los pobres? Si es así, lo recomendable es que tengan presente que la trágica inutilidad, dilapidación y evasión que hoy las políticas de ajuste y de crecimiento fallido han hecho del sacrificio, de la paciencia y de la creencia de nuestro pueblo, nos dicen que no hay salidas a la pobreza fuera de un proyecto de desarrollo axiológicamente nuevo, políticamente alternativo y culturalmente fundado, integrado y protagonizado.

 

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