Felices Fiestas Patrias, pero sobrias

shadow

 

Durante muchos años mi 29 de julio significaba un pesaroso amanecer, con dolor de cabeza, malestar estomacal y muchas veces perdido en la consciencia sobre mis actos de la noche anterior, ese 28 de julio que es la fiesta máxima de todo el Perú. Pero estas Fiestas Patrias son diametralmente diferentes, la primera de muchas celebraciones del aniversario de la independencia que viviré totalmente sobrio (por lo menos en mi vida adulta).

Hace casi un año unos análisis de sangre me salieron como “libreta de notas de niño desaplicado”, es decir puros números rojos. En ese momento me plantearon un cambio drástico en mi modo de vida, “cerrar el caño”, dejar fuera de mi organismo permanentemente esos ricos traguitos que tan acostumbrado estaba a deleitar mi paladar y castigar mi maltrecho hígado.

La justicia en mi vida, con su acostumbrada balanza, me exigía un equilibrio para poder seguir estando vivo, sano, con un cuerpo y un estado de salud que represente mis cuatro décadas y no muchas más. Era el tiempo, no propicio (pues debí tomar esta decisión mucho antes), pero digamos que sí providencial, dado que algunos se enteran demasiado tarde.

En este punto de mi presente columna debo aclarar porqué tocó un tema personal. Hace una semana le reclame a Carlos Galdós por hacer lo propio en una revista sabatina, pues sigo coherente a mis palabras. A diferencia del conductor de La noche es mía, yo no hago pedazos a ningún conocido, y me refiero a un momento de mi vida que puede ser de utilidad para más de una persona.

Dejar un vicio puede parecer una tarea harto complicada, incluso llega hasta sonar imposible. Yo fui un alcohólico, tomaba prácticamente a diario y nunca poco. Tenía lo que solemos llamar con orgullo “buena cabeza”, aunque igualito “empinaba el codo” hasta terminar borracho. Me gusta escribir, y lo hacía con un vasito de vodka con gaseosa. Hoy lo cambié por agua o un juguito.

La fórmula del éxito en un compromiso personal como es “parar de tomar” depende, por lo menos en mi caso, del día a día. De no pensar en grande, sino de ir pasando poco a poco, las primeras fechas del calendario, sobre todo en festividades como la presente, se te irán tornando eternas, pero luego iras comprobando que van resultando más sencillas, consecuentes.

Nuevamente, refiriéndome a mi persona, no necesite (hasta el momento) de ayuda profesional. Pero eso no es ningún orgullo, si la hubiera requerido ya hasta tenía apuntado los números de teléfono de la persona adecuada para pedirle una mano. Y, créanme, no hubiera dudado ni un segundo en hacerlo. Todos somos diferentes y hacemos uso de las herramientas pertinentes para salir adelante.

Por poner otro ejemplo, me dedique a buscar cerveza sin alcohol. Finalmente conseguí una de procedencia alemana que no tiene ni el mínimo grado de alcohol, algunos me preguntaban ¿Para qué te sirve? Tiene su función, en reuniones sociales permite que amigos y conocidos lleven tu cambio de vida con naturalidad y no se hagan problemas de tomarse un trago enfrente tuyo.

Finalmente, un gran “plus” es el que mencione al inicio de esta columna. Levantarme y no preocuparme de haberme portado mal, haber ofendido a alguien, metido la pata y vivir la pesadilla de ni siquiera recordarlo. Pasar por la vergüenza de llamar a alguna amistad y preguntarle si la fregué el día anterior. Realmente se empieza mejor el día.

 

Leave a Reply