Gobernar con Lava Jato

 

Los peruanos estamos indignados por la corrupción de grandes, medianos y pequeños. Temerosos por lo que pueda venir sin saber quiénes más estarán implicados. Y angustiados en relación al presidente y al futuro del país. Que solo 35% lo apruebe se debe a una mezcla de factores. Es cierto que la tendencia a la baja estaba antes de Lava Jato pero continúa. Aunque la gran mayoría está de acuerdo con las medidas adoptadas PPK es desaprobado por lo poco hecho en seguridad ciudadana y porque la economía sufrirá un bajón mayor que el previsto por el impacto de la corrupción en la estabilidad política y jurídica. Los decretos legislativos pueden ser buenos pero ello no es suficiente para que el ciudadano medio sienta que el piso no se mueve y que el gobierno podrá culminar su mandato.

PPK tiene un gobierno débil con un gabinete técnico no político, una bancada parlamentaria diminuta y poco solvente y un partido de gobierno inexistente. Era así antes del escándalo Odebrecht, pero ahora es peor con el ambiente político irrespirable por los rumores, las conjuras, las amenazas, los riesgos y las denuncias posibles. Que Toledo, socio político putativo de PPK, esté buscado en el mundo para que cumpla prisión provisional abona al desastre.

La firmeza e imparcialidad de PPK no son suficientes, las denuncias no acaban aquí y producirán tal ruido político y tal copamiento del espacio que le será muy difícil gobernar. Para contrarrestar lo que se viene requiere de un gabinete altamente político, que le sirva de segunda fila para sostener sus decisiones con ministros que no miren a otro lado cada vez que haya un cuestionamiento serio. Es momento de cambiar gabinete y de disciplinar su bancada. De no hacerlo Lava Jato se lo comerá con zapatos y todo, aunque él no esté involucrado en ningún soborno.

 

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