Golpeado contra las cuerdas

 

Recordando algunas peleas de boxeo que vi del último Panamericano Lima 2019 se me viene a la mente un nombre tan íntimamente ligado a este duro deporte: Angelo Dundee. Y es porque el legendario y famoso entrenador nacido en Filadelfia que murió a los 90 años el 2012, tras seis décadas de carrera exitosa, y que tuvo como pupilo nada más y nada menos que a  Muhammad Ali, Sugar Ray Leonard y otros 15 campeones mundiales, siempre halló –como me dijo la otra noche Kike Pérez- la motivación ideal para el pugilista que él creía a fe ciega llegaría a ser campeón mundial ¿Qué hubiera hecho Dundee si hoy estaría vivo y llegara al Perú a enseñar y dirigir? Pienso que no demoraría ni un mes porque se daría media vuelta y volvería a Tampa donde residía con su familia ¿Y por qué? fue mi pregunta a Kike, un profesional que tiene  38 años metido en el mundo del deporte en boxeo y la respuesta de quien dirige su programa “El rincón del boxeo” no admitió dudas sobre esa hoy imaginaria decisión de Dundee: el boxeo profesional en el Perú está muerto porque el mal, en primer lugar, ha venido con todo desde el extranjero.

Las razones abundantes que me dio prácticamente me dejaron sin palabras. Solo atiné a escucharlo. Antes solo existían, comenzó diciendo Kike, dos entidades mundiales que regían el boxeo profesional: el Consejo Mundial de Boxeo (AMB) y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) a las que se sumó años después la International Boxeo Federation (IBF).

La primera de ellas (CMB) tuvo como presidente al mexicano José Sulaimán que solo muerto el 2014 dejó la presidencia luego de 40 años ¿Quién lo reemplaza hoy? Su hijo José. La segunda (AMB) la presidió el venezolano y empresario Gilberto Mendoza durante 32 años hasta que se murió el 2016 y lo reemplazó nada menos que otro hijo que lleva su mismo nombre.

Esto no es todo  en este gran negocio millonario que es el fajarse a los puños dentro de un ring. Si décadas atrás solo existían las categorías mosca, gallo, pluma, liviano, welter,  mediano, semipesado y pesado hoy se han formado las categorías paja (de 40 kilos), mini mosca, mosca, súper mosca, gallo, mini gallo, liviano, medio liviano, súper liviano, medio welter y súper pluma.

Un enredo de los mil demonios donde nadie sabe quién es el campeón, se queja Kike Pérez. Y la cosa no queda aquí. Esos tres organismos han ‘ideado’ la forma de, además de contar con un campeón mundial titular cada uno, le ha sumado un campeón interino. Kike me aclara que si el titular no desea pelear o defender su título lo hace el interino. Así de sencillo. La CMB salió ahora con tener un Campeón Mundial de Plata de un deporte que eso sí sigue teniendo gran interés en los rings de México, Panamá, Puerto Rico y Venezuela a pesar que este último vive su crisis en todo sentido. En fin, todo vale porque la cuestión es llenarse los bolsillos de dólares.

Pero volviendo a la realidad peruana ¿qué pasa acá? ¿Por qué hoy solamente Carlos ‘Mina’ Zambrano (pluma) es el único pugilista profesional peruano en actividad? Tan es así que el próximo 21 de septiembre peleará en Lima con el chileno Christian ‘El Tigre’ Palma.

Los otros dos que por ahí existían más se dedican a otras cosas que a colocarse los guantes y subir al ring y gimnasios. Ellos son David ‘La Pantera’ Zegarra (34 años) a quién se le ve en concursos de entretenimiento de la TV y Jonathan Maicelo (34) en su negocio de gimnasio.

Kike Pérez me refería que ya no hay las figuras de décadas pasadas en nuestro medio, que el boxeo sigue siendo un deporte muy sacrificado que demanda horas de trabajo en las pistas corriendo, en los gimnasios golpeando la pera o cruzando guantes con el sparring.

De ahí que si un peruano promedio con condiciones de pugilista se encuentra con estas ‘barreras’ prefiere decir “mejor me meto de taxista, gano mi billete y nadie me pega salvo que me asalten de la que no estoy libre”.

De Carlos Zambrano hemos escuchado decir que si no hay nuevas figuras es por el mal manejo de los promotores que más buscan llenarse sus bolsillos de dinero que del boxeador en sí y, de la Federación Peruana de Boxeo que no se preocupa en sacar anualmente talentos que existen pero que hay que salir a buscarlos.

Con este triste panorama es poco lo que se puede vislumbrar en el futuro de nuestro pugilismo. Si bien alcanzamos dos medallas de bronce en los últimos Panamericanos Lima 2019 (Leodan Pezo ligero y José María Lúcar pesado) hay que ver qué apoyo recibirán de aquí para adelante de las autoridades deportivas (IPD) y de su federación porque del aplauso del público habrá que esperar sentado si es que realmente se anima a asistir a las veladas pugilísticas que se programen.

La verdad que el aficionado al boxeo hoy prefiere ver las peleas por televisión desde su casa rodeada de familiares y amistades tomándose su cervecita antes que acudir a la boletería y sentarse frente al ring a presenciar boxeo en vivo y en directo.

Afirmo esto porque el promotor Jorge Bartra optó hace dos a tres años atrás por irse a provincias a presentar peleas y llegó hasta firmar convenios con alcaldes para que las programaciones fueran gratis y ni así asistía el público. Se cansó de hacerlo.

Si Angelo Dundee siempre le dio un giro positivo a todo lo que hizo por más mal que se presentarán las cosas –eso sí, con su pupilo de por medio- acá en nuestro país mucho tendrá que trabajarse para que el deporte de la Narices Chatas, como bien tituló su libro el periodista y docente argentino Enrique Martín, no termine con un fulminante KO y, más bien, vuelva a ser como en sus mejores momentos alumbrado por las luces de neón y los golpes propinados por Antuco Frontado, Mauro Mina, Roberto Dávila, Orlando Romero, Óscar Rivadeneyra, Willy de la Cruz, Próspero

Odar y tantos otros que se perdieron entre vendas, guantes, bicarbonato de sodio y rostros golpeados…

 

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