Hablemos de la muerte

 

Uno de los temas que no le gusta hablar a la gente es la muerte. Pero es algo de lo cual se ha escrito o cantado muchas veces en la historia.

En el siglo XV decía Jorge Manrique en “Coplas a la muerte de mi padre”: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando”.

En su “Poema a la muerte” anota el gran Pablo Neruda “Yo veo, solo, a veces, ataúdes a vela zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas”.

Una de las mejores canciones de El Gran Combo se llama “Yo soy la muerte”, donde el coro repite la frase “Huye que te coge la muerte”.

León Gieco le canta a la muerte diciendo “Sólo le pido a Dios que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente”.

Y en la jerga peruana contemporánea, decir que algo es “la muerte” puede significar que ha sido muy interesante, atractivo o lo máximo.

Es la muerte pues, parte de la vida misma y es para los creyentes el fin de la vida material pero el comienzo de la vida eterna. Sin embargo, a muchos les aterra su sola mención, queriendo ignorar que es el fin que todos tendremos.

Es ciertamente difícil soportar la partida de un ser querido, sobre todo si es uno de los padres o un hijo. Recordamos el caso de un colega quien por muchos años no podía ver el mar pues le recordaba el sufrimiento de su hija ahogada frente a sus ojos. Y el dolor de una de nuestras alumnas quien acababa de perder a un familiar mientras que las lágrimas en sus ojos hablaban por ella.

Pero es recomendable tomar a la muerte en serio y a medida que los años avanzan, escribir un testamento en que se dejen las cosas claras; especialmente cuando hay propiedades de por medio. Así se evitarán futuros inconvenientes entre los herederos. Es mejor hacer el trámite a tiempo pues no se sabe que pasará después y se ignora si habrá algún “vivo” que quiera aprovechar las circunstancias. Si cabe la idea aquí también más vale prevenir que lamentar.

Y si se trata de los reconocimientos, tal como lo escuchaba en cierta ocasión, los homenajes deben darse en vida. ¿No les parece?

 

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