Habrá que preguntarnos: ¿A qué jugamos?

 

No hay que asombrarse por el zafarrancho copero que acabó en un siniestro anunciado con una triste campaña taladrada por una dolorosa actuación sin que se rescatara algo bueno tras contabilizar el daño dejado.

Los equipos peruanos, todos sin excepción, salieron por la puerta falsa. Eliminados de la peor manera de los torneos internacionales y sin esperanza de que todo pueda revertirse a corto plazo.

Ni el puesto 15 de la selección peruana en el ránking FIFA mimetiza el desencanto de un año para no recordarlo. El control remoto nos queda en la mano como consuelo para seguir por TV a los que accedieron a las etapas siguientes.

Ni Alianza Lima, ni Sporting Cristal, FBC Melgar o Sport Huancayo, tuvieron la frescura de hacernos quedar bien representados en un primer semestre donde no pasamos del zócalo del edificio. Con cierta envidia por los dos equipos bolivianos que pasaron a la siguiente ronda en la Copa Libertadores.

La frágil estructura y el sistema caduco de nuestro fútbol revelan la nociva incapacidad de dirigentes que se encapsulan en ideas desfasadas sobre el manejo de las instituciones deportivas.

Hay talento pero de nada sirve si los técnicos también atizan el desmoronamiento de nuestro fútbol al no ubicarse en el espacio de la competitividad para mejorar lo que tenemos. Un claro ejemplo, jugamos con tal lentitud ante el vértigo futbolístico que hoy se coloca en los gramados.

Defendemos el fútbol de talento, bien jugado, pero al que no se le ha agregado la velocidad necesaria para estar a la medida de los que han dejado de lado la época de las carretas.

Habrá de esperarse que los técnicos tengan la voluntad de leer y darse por enterados de lo que sucede en otras esferas. El nuevo técnico del Barcelona, Ernesto Valverde, toma la posta de Luis Enrique y dice que no cambiará el estilo del equipo catalán que en su momento Johan Cruyff inculcó y que nadie se atreve a cambiarlo.

Lo más que han hecho Pep Guardiola y Luis Enrique es darle alguna frescura, pinceladas tácticas pero mantuvieron ese toque enloquecedor para tener la posesión del balón y la construcción de las jugadas en la permanente búsqueda del arco contrario.

Queda claro que el papel de los entrenadores debe ser vital. La FPF debe establecer un estilo que se respete tanto a nivel de clubes como la selección. De ese modo habrá un patrón definido. Se podrá uniformar el estilo, darle velocidad al juego sin olvidar el juego bonito. Fácil parece pero se debe trabajar para que no se repita el triste primer semestre de 2017 que pasó con penas y tristezas a destajo.

 

Leave a Reply