Himno de la alegría

 

Los himnos nacionales de casi todos los países fueron en su origen, marchas de guerra, y debido al contexto en que nacieron rezumaban comprensibles deseos de venganza además de una marcada necesidad de autoafirmación.

La tradición es poco proclive al cambio, por definición, pero la necesidad se impuso y hoy los himnos expresan un patriotismo adecuado a la convivencia internacional.

De nuestro himno patrio cantamos solo el coro y la sexta estrofa; no se dice que “las playas de Iberia sentirán de su estruendo el terror” (de nuestros cañones), que es uno de los versos originales. No recuerdo haber cantado esa parte alguna vez.

Parecido recorte sufrió la versión original del himno de Francia, la muy famosa Marsellesa de la cual dijo Napoleón “esa música nos ahorrará muchos cañones”.

La letra encierra bastante encono y de sus estrofas gotea sangre; es de 1792 y registra el estado de ánimo en la guerra de Francia contra Austria. A tal punto es violenta que actualmente hay constantes pedidos para modificarla.

Una razón para adaptar las letras de los himnos nacionales a los nuevos tiempos, es que no resulta muy coherente expresar deseos de aplastar al rival, justo antes de una final en el mundial de fútbol, o en los juegos olímpicos, donde se espera juego limpio en vez de zancadillas.

En el himno de la República Popular China ya no se canta acerca de construir una nueva gran muralla con los cuerpos de los combatientes. Ellos también han optado por usar el coro y una de las estrofas.

Cuando fue escrito, el enemigo eran los invasores japoneses, episodio que como sabemos, dio lugar a incontables horrores por los cuales hace poco tiempo el primer ministro japonés pidió público perdón.

Veamos Gran Bretaña, con su himno monárquico “God Save the Queen” o King según sea el caso. Hay quienes cantan “God Save the Monarchy” y otros que no lo cantan de ninguna manera: son republicanos.

Tal el caso del candidato del partido Laborista Jeremy Corbin, quien en un gesto desafiante se negó a cantar el himno, no lo hizo ni por cortesía, ya que su letra es un panegírico en honor del/la monarca sin alusión alguna al pueblo ni a conceptos que pudieran ser de algún modo aceptables para los principios republicanos.

En cuanto a las anécdotas sobre el origen de algunos himnos, en el caso de China, la revista El País Semanal cuenta que fue compuesto al vuelo, sobre papel tabaco, por el poeta Tian Han, con el propósito de levantar el ánimo de los hombres y mujeres de la resistencia. Momentos después el poeta fue detenido.

Levantaos aquellos que rehúsan ser esclavos / con nuestra carne y sangre alcemos una nueva Gran Muralla/…Que cada uno lance su último clamor/
Levantaos, levantaos, levantaos / Millones de personas pero un solo corazón/.

Lo notable de este tema conocido originalmente como la “marcha de los voluntarios”, es que primero lo acogió el cine, y figuró en una escena de la película “Hijos e hijas de la tormenta” en 1935.

A raíz de la película, esta marcha de los voluntarios ganó popularidad pero pasarían quince años antes de ser adoptada formalmente, cuando triunfó la revolución de Mao Zedong.

La Marsellesa es también un himno de guerra, escrito por el ingeniero militar Rouget de Lisleen 1792. Lo llamó “Canto de guerra para la armada del Rhin”.

Poco después el pueblo de París lo bautizó Marsellesa (Marseillaise) cuando ingresaron a esa ciudad las tropas de Marsella cantando las famosas estrofas que empiezan “Allons enfants de la Patrie/ le jour de gloire est arrivé”.

El himno francés es protagonista de una escena de “Casablanca”, cuando los concurrentes al café de Rick, motivados por el patriota Victor Laszlo, se atreven a entonar la Marsellesa –entonces prohibida- en la misma cara del jefe nazi de la ciudad marrroquí,que estaba bajo dominio del gobierno títere de Vichy.

Muy distinto es el caso de los Estados Unidos, cuyo himno, si bien nació en un contexto de guerra, es en cambio una descripción poética de la emoción vivida por un ciudadano al ver su bandera ondear todavía al amanecer, sobre la bahía de Baltimore, después de toda una noche de bombardeos por parte de buques británicos.

Fue compuesto en 1814 por el abogado Francis Scott Key, y cuando se le puso música, resultó una melodía que la define más como canción que como marcha, justo lo que el poema de Francis Key requería.

Los ciudadanos estadounidenses son muy apegados a su himno, lo cantan en cada ocasión posible, lo viven, los llena de orgullo, transmitiendo su sentimiento a quienes los escuchan.

El himno nacional peruano tiene versos capaces de despertar imágenes tan bellas como la bandera bicolor ondeando sobre las altas cimas de los Andes: “En su cima los Andes sostengan /la bandera o pendón bicolor …”.

Tal vez debamos cantar con mayor frecuencia nuestro himno, pero no siempre en posición de firmes con rigidez casi militar, sino con la actitud de quien entona un himno a la alegría, o a la esperanza de llegar a ser un país más unido.

 

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