Homenaje a los trabajadores que luchan por un futuro mejor

 

La fecha hace recordar cuán sacrificada es la lucha de quienes con su trabajo son los verdaderos forjadores de la riqueza económica, entendida ésta como sustento vital para el bienestar social y un medio para la realización de la persona humana. Nos permite observar el pasado y apreciar la grandeza moral de quienes en Chicago ofrendaron sus vidas para que los trabajadores fueran tratados como seres con derecho a vivir con dignidad. Y también cómo en el Perú tuvimos auténticos luchadores sociales que supieron predicar con el ejemplo, hasta lograr que la jornada de las ocho horas de trabajo se convirtiera en ley.

El tiempo ha pasado y no se puede aceptar que el cinismo nos gane y se pretenda decir que ahora el trabajador no subsiste en un estado de explotación. Esa es una falsedad. Lo cierto es que son pocos los que tienen acceso a las ocho horas de trabajo, a la seguridad social y acceso a los beneficios económicos y sociales que les corresponde. Por el contrario, una masa creciente de gente vive de los magros ingresos de la ocupación informal. Son los olvidados a quienes nadie defiende, a tal punto que se considera normal, entre comillas, que esa masa creciente sea considerada para las estadísticas como personas que tienen ingreso económico y por tanto merecen ser considerados como subempleados. Palabra ésta infame, porque no toma en cuenta que la informalidad no le reconoce nada, salvo mendigar un pedazo de pan. Pero si eso es así con los mal llamados subempleados, hay que imaginar la situación de quienes no encuentran ninguna oportunidad de empleo, que son unos parias en una sociedad perversa, que se niega a considerarlos seres humanos. Ellos, que son millones, ni siquiera encuentran un mendrugo de ese pan.

Son muchas las razones de esta situación canallesca. Ante la difícil realidad que nos toca vivir podríamos culpar al fracaso reiterado de los modelos de desarrollo y crecimiento ensayados en nuestro país y que impone, pero ya, la necesidad de repensar en su totalidad la sociedad, rediseñar un proyecto nación, una gran nación sin discriminados, sin excluídos, sin ciudadanos de segunda clase. Y en ese contexto, promover y elaborar un modelo de desarrollo alternativo, es decir, un modelo cuyo centro debe ser la persona humana, con toda su libertad y potencialidad y cuyo objetivo sea el efectivo bienestar de la colectividad peruana y de todo el pueblo. En este sentido, a la nueva generación de gente pensante y de quienes creen en la política como medio para una mejor gobernabilidad, les corresponde trabajar en la concepción del desarrollo humano integral.

Pero del mismo modo, entre las razones de esta situación que afecta a quienes viven de su trabajo, habría que tomar en cuenta lo referente al régimen laboral constitucionalizado en la vigente Carta Magna. Esta, si en algo se caracteriza, es porque difiere notoriamente del texto de la Constitución de 1979, porque recortó o suprimió una serie de derechos de los trabajadores, en el propósito de darle a la Carta un contenido marcadamente liberal-ortodoxo (neoliberal) en el enfoque de los diversos aspectos laborales. El caso de no mencionarse al trabajo como fuente principal de riqueza, explica todo. Algo más. No dice nada de la promoción de las condiciones económicas y sociales que pongan término a la pobreza y aseguren por igual a los habitantes de todo el país, la oportunidad de una ocupación útil, que los proteja contra el desempleo y el subempleo, que son los males mayores para los seres humanos, que tales son los trabajadores.

Estamos recordando el Día del Trabajo. Ojalá pudiéramos sincerarnos todos, en especial quienes manejan los hilos del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo. De lograr tal sincerización, entonces podríamos entender que efectivamente el trabajo es base del bienestar social, porque mediante él la sociedad puede obtener lo que requiere para vivir y progresar. Un pueblo que no trabaja no subsistirá ni siquiera en la forma más elemental de la vida. ¿Es una utopía lo que quisiéramos en favor del pueblo trabajador? Quizás ahora. Mañana puede ser una realidad. Depende de cómo se organice la juventud trabajadora.

 

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