Huachicoleros: Tan letales como los narcos

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El robo y venta clandestina de gasolina o Diésel empezó como delito menor de los “huachicoleros”  pero, tras producir millonarias ganancias, se ha convertido en la nueva pesadilla en México con mafias que no vacilan en recurrir a los asesinatos masivos, al más duro estilo de los narcosicarios.

Esta siniestra actividad se desarrolla principalmente en los estados de Puebla, Hidalgo, Oaxaca, Veracruz y Tamaulipas, en el llamado “Triángulo Rojo”,  aprovechando  la escasa estructura vial y cercanía a los ductos donde se “ordeña” el combustible en medio de sicarios armados con fusiles AKM e incluso ametralladoras pesadas antitanques.

A los mafiosos se les denomina  huachiculos o huachicoleros, palabra derivada de huachicol, una bebida alcohólica adulterada con alcohol de caña y con otros compuestos, en una nueva “industria” que se expande rápidamente por las altas ganancias y que es tolerada por los habitantes, por conveniencia o miedo a las salvajes represalias.

Como era de esperarse, los narcotraficante intentaron entrar en el negocio, como el Cartel de Jalisco Nueva Generación, que dirige Nemesio Ruben Oseguera Cervantes (a) “Mencho”, quien descubrió en carne propia que los huachicoleros cuentan con sicarios tan letales como los que imperan en el negocio del polvillo blanco.

Los enfrentamientos han dado lugar a una guerra sorda que en cualquier momento puede desbarrancarse en sangrientas represalias de ambos bandos.

Ordeña de ductos

Los huachicoleros roban el combustible directamente de los oleoductos de Petróleos Mexicanos, a través de perforaciones que permite lo que se denomina ordeña de ductos, en una práctica elemental pero de gran efectividad.

Tras detectar el ducto,  realizan un corte y colocan una llave improvisada para extraer con seguridad el combustible, que se vende más tarde en tianguis (mercados)  cercanos o directamente a traileros que pasen por el poblado.

Generalmente, los precios se establecen entre 8 y 10 pesos el litro. El diesel y la gasolina magna ( la más cara)  son los combustibles más comercializados.

En México se le considera un delito federal pero extrañamente, por decir lo menos,  no se ha reportado sentencia alguna en contra de uno solo de los jefes mafiosos que se dedican a la extracción ilegal de combustibles con la evidente complicidad de las autoridades locales y policías bien “aceitados” que se hacen de la vista gorda, lo que se ha convertido es una exasperante rutina en tierras aztecas,

De acuerdo con el jefe de Gobierno  de Ciudad México,  José Ramón Amieva, durante el año pasado  a través  de los ductos que atraviesan la ciudad se robaron  más de 358.000 barriles de combustible que ninguna autoridad ha podido frenar.

La extracción se ha puesto “de moda” y ahora  se realiza desde tomas clandestinas, en patios, casas y hasta cementerios, donde los ordeñadores saben exactamente la hora precisa en que las fuerzas del orden brillan por su ausencia y no hay moros en la costa.

 El año pasado se detectaron 91 grandes tomas  y hasta julio de 2018 sumaban 81 de acuerdo a Rubén Salazar, director de la consultora en seguridad Etellekt, entrevistado por la cadena británica BBC Mundo,

 “Que tengas este crecimiento en la ciudad con el sistema de video vigilancia y el estado de fuerza policial más grandes del país, te habla de un problema cada vez mayor”, advierte.

Para vigilar las calles, en la capital mexicana operan 15.000 cámaras y existen más de 100.000 policías de diferentes corporaciones. Hay además batallones del Ejército y la Secretaría de Marina, mientras varios  helicópteros vigilan la ciudad para combatir el robo de combustible.

Los combustibles robados se venden a mitad de precio en estaciones gasolineras y empresas en un negociado que funciona a todo vapor pese a los periódicos anuncios de que se les va a combatir “con toda dureza”.

Nada parece detener a los huachicoleros que han comenzado a extender sus redes a zonas que hasta hace poco parecían inaccesibles o que estaban tomadas por los carteles de las drogas.

La situación en Ciudad de México es un ejemplo extremo de cómo ha crecido el robo de combustible en el resto del país y constituye  uno de los mayores retos que enfrentará el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador,  coinciden los especialistas.

A sangre y fuego

Los pobladores de Huehuetlán El Grande denunciaron que “Los Cuijes” no sólo asolaban la región con robos, extorsiones y asesinatos, sino que su principal actividad era el saqueo de combustible en Puebla.

Al menos siete integrantes de la banda de Los Cuijes, que e masacraron a nueve personas en Huehuetlán El Grande, cayeron abatidos durante un enfrentamiento con efectivos de la Secretaría de la Marina suscitado en la capital de Puebla.

Entre los muertos destacaba ” El Comandante 30?, quién, a través de videos publicados en redes sociales se jactó de ser el verdadero líder de la plaza en reto a los narcos  del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

La confrontación se desató cuando los militares sorprendieron un convoy de “Los Cuijes” que transportaba combustible robado en las inmediaciones de la junta auxiliar de Santa María Xonacatepec, junta auxiliar de Puebla.

Hasta ahora no hay un parte oficial de los hechos, por lo que se ignora si hubo heridos o bajas de las fuerzas castrenses en los hechos.

La Fiscalía General del Estado (FGE) informó el 14 de agosto del año pasado de la detención de 12 presuntos integrantes de la banda de “Los Cuijes”, que habría asesinado a nueve personas en Huehuetlán el Grande,  asegurando que dicha organización delictiva también roba hidrocarburos en ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).

En una de sus incursiones más salvajes, el  2 de julio de 2017 los 12 presuntos criminales ultimaron en la cabecera de Huehuetlán El Grande –en la Sierra Mixteca– a tres comerciantes que se negaron a pagarles derecho de piso.

Posteriormente secuestraron a seis personas, a quienes luego mataron y quemaron sus cuerpos en Santo Tomás Chiautla.

Los tambores de guerra entre carteles de narcotraficantes y huachicoleros, el reclutamiento de “ordeñadores” decididos a todo para entrar al reparto de dinero y autoridades corruptas siembran nubarrones de violencia en el horizonte, convirtiendo pueblos enteros en verdaderas bombas de tiempo con impredecibles consecuencias.

 

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