Humanizar la economía

 

Es tiempo para reflexionar y para actuar. Es tiempo para preocuparse por la relación entre la economía y la justicia social. Es tiempo para interpretar y mantener al centro de tal realidad la dignidad y el valor de las personas.

En ese propósito la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP), y Solidaridad Mundial (WSM) han decidido unir fuerzas y voluntades con el propósito de abrir mejores caminos que permitan el uso solidario y social del dinero, donde no se imponga el capital sobre la persona humana, sino más bien la persona humana sobre el capital. Como dijo no hace mucho el papa Francisco, labrar la ruta y andar por ella para hacer crecer la economía de la honestidad.

El esfuerzo de WSM y de la ANP se traducirá en hecho concreto este fin de semana en la ciudad de Arequipa con asistencia de representantes de las asociaciones provinciales de la Ciudad Blanca, Camaná, Islay, Moquegua, Ilo, Tacna, Puno, Azángaro, Ayaviri, Ilave, Juliaca, Lampa, Yunguyo, Huancané y Chucuito. En la práctica será una nueva forma de hacer gremialismo y sindicalismo.

Se trata de estimular la participación activa de trabajadores de prensa mediante seminarios talleres para que hagan juntos lo que más adelante deben hacer por los demás y de esa manera encender el dínamo de una fuerza encaminada a desarrollar las partes más débiles del mundo del trabajo y favorecer, por sobre todo a la mujer y al joven, que en estos tiempos de globalización están en la búsqueda de empleo digno.

¿Qué sucederá más adelante de estos primeros seminarios talleres? La interrogante debe ser respondida por quienes participen en tales jornadas, pero también de quienes tienen el deber de estimularlas. No olvidemos que la economía solidaria es un enfoque de la actividad económica que tiene en cuenta a las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible y sustentable, como referencia prioritaria por el encima de otros intereses.

Así la define quienes conocen la materia, los mismos que subrayan que ella, la economía solidaria, es el marco de la tradición de la economía social, que incorpora a la gestión de la actividad económica los valores universales que parece haber olvidado la sociedad y que hay necesidad de rescatar, porque se trata de encontrar una convivencia humana donde primen la equidad, la justicia, la fraternidad económica, la solidaridad social y la democracia directa.

La construcción de este camino tiene punto inicial, pero no tiene punto final. En su andar no hay lugar para la pausa ni para la fatiga. Se trata de una nueva forma de producir, de consumir y de distribuir como alternativa viable y sostenible para la satisfacción de las necesidades individuales y globales, con la esperanza de consolidarse como un medio de transformación social.

 

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