La cigüeña de Madison

 

Las cigüeñas tardan nueve meses en traer a los niños. Sin embargo, la que trajo a Madison se demoró cinco años. Además, no vino de París sino de Lima.

Esta es una historia de inmigrantes. En consecuencia, debe comenzar por las razones que impulsaron a José Luis Reyes y Madeleine Cornejo, periodistas de estudio y profesión, a salir del Perú y venirse a los Estados Unidos hace 20 años.

¿Recuerdan ustedes lo que ocurrió el 10 de octubre de 1991?… Ese día, Melissa Alfaro, periodista de la revista “Cambio” iba a dejar su nota sobre el escritorio del director cuando notó que estaba sumamente desordenado.

Se acometió a poner los artículos en la bandeja correspondiente y las cartas una sobre otra. Cuando manipulaba una de ellas, se liberó una carga explosiva capaz de destruir una casa. La chica de 23 años voló despedazada. Fue otro de los crímenes de Fujimori, y hasta la fecha está impune. El ejecutor permanece libre y es muy activo en las redes sociales.

Esa era la revista en la que trabajaba José Luis. Tuvo que pasar por “El Mundo” y después por “Gestión” y por “Sí”, y en todas estas publicaciones, haría tareas de investigación. Fue él, con otros valientes, quien reveló al mundo el crimen de La Cantuta y algunos temas de narcotráfico en los que estaban involucrados militares fujimoristas.

Sabía mucho. Por mucho menos, habían perdido trabajo y seguridad otros diaristas. El 5 de abril de 1992, Antonio Camborda, director del diario oficial “El Peruano” fue impedido de entrar en su oficina. Acababa de ser destituido. Al parecer, el presidente le había pedido que pusiera en la primera página una foto del cumpleaños de su hijo Kenji. Pensó que era una broma, y no cumplió…pero Fujimori no lo olvidó.

Al igual que lo hacía el director de “El Peruano”, José Luis pidió asilo político en los Estados Unidos, y se lo concedieron.

Meses después, el periodista se encontró con Madeleine Cornejo, una joven periodista de radio que también había salido del Perú. Les bastó con mirarse para darse cuenta de que podían ser una pareja muy feliz, y se casaron en Nueva York.

Eran pareja, pero le faltaba algo para ser familia. Fracasaron en el intento de hacerse padres. Un día, cuando ya había vuelto la democracia, ambos fueron a Lima y comenzaron a buscar un niño… O una niña. La encontraron cuando apenas tenía unas horas de nacida. En ese momento, el azar y el amor comenzaron hacer su tarea.

Eso fue hace cinco años. De entonces para acá, el proceso legal de la adopción les tomó un tiempo interminable. Un abogado de apellido Risco les pidió algunos miles de dólares para terminarlo en “unos cuantos meses”. Dos años y medio después se dieron cuenta de que ni siquiera se había acercado al expediente. Además, en cuanto terminara ese proceso, había que iniciar el del ingreso de la niña en los Estados Unidos.

Madison tuvo que quedarse a vivir con la madre de Madeleine en Lima. Madeleine dejó su trabajo en Nueva York para viajar constantemente a ver a su hijita. José Luis se convirtió en un siete oficios para mantener a una familia que tenía domicilio en dos países.

Después de haber sido periodista en un diario hispano, pasó a trabajar en una fábrica de cosméticos, primero como operario y después como supervisor. En sus pocos ratos libres, filmaba bodas y bautizos, y hacía de profesor particular de español. Después entró en la construcción civil y por último, comenzó a trabajar de taxista. Con todo eso, le alcanzaba con las justas.

Anoche ocurrió un milagro. Madeleine llegó por fin de Lima con Madison. Se había resuelto el asunto de inmigración. La familia estaba completa. Acabo de llamar a José Luis, y me ha respondido Madison. Dice que su padre ha ido buscar para ella un perrito negro. Mientras tanto, una cigüeña perezosa ha hecho su nido en el árbol de frente a la casa de los Reyes en el parque de Queens donde viven.

 

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