La dimensión moral

 

Esta tarde, en casa hemos recibido una llamada, era de un voluntario que se interesaba por si teníamos alguna dificultad o necesitábamos algún servicio. En mi casa vivimos unos cuantos mayores de 70 años. La situación actual es un buen recordatorio de que no podemos olvidar a los más vulnerables. No se trata solo de situaciones extraordinarias. Raro es el bloque de vecinos en el que no vive una persona anciana o enferma que estos días va a requerir la ayuda de los vecinos. También es importante hacer un uso moderado y racional de los servicios públicos. O evitar actitudes egoístas, como los desplazamientos innecesarios o el acaparamiento de víveres, que solo contribuyen a agravar la situación de emergencia. Son momentos en los que cada cual debe poner de su parte. Y para los creyentes eso incluye naturalmente rezar. Aunque sea participando en las Misas a través de la radio o la televisión. Sin perder nunca la dimensión providencial ni moral de esta crisis sanitaria. La Iglesia, que a lo largo de su historia ha hecho frente a incontables epidemias, es plenamente consciente, y sigue ofreciendo su contribución para afrontarla de la forma mejor y más acorde a la dignidad de la persona y al bien común.

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