La era Ray Bradbury

 

Hace algunos años, la importante  e internacionalmente famosa BBC de Londres, emitió en “Serie radial” la famosa creación de HG Wells -bastante moderada en los aspectos tremebundos, como el ataque de los extraterrestres antropófagos, que fue suprimida- y luego, una importante empresa de cine y televisión, lanzó muy exitosamente la serie “Viaje a las Estrellas”, que fue gran éxito mundial. Y con ello, se produjo al mismo tiempo, la consagración de “Dos valores periodísticos” que siempre debemos tener presentes, si editamos revistas, suplementos dominicales, o diarios “de corte popular”, (a los que se denomina “tabloides”, por su tamaño que encaja en la mitad del “clásico” de los diarios con historia y “seriedad”, a veces  solemne.

En primer lugar, se apeló al “interés serial”, que según expertos en “magazines”, son “la telenovela del periódico”, ya que capturan el interés del lector, radio-escucha o televidente, “enganchándolo” para la siguiente edición, porque deja en suspenso “el beso de la niña”.

Por algo don Raúl “El Gordo” Villarán, me dijo cierta noche cuando craneábamos el lanzamiento de un diario que quién sabrá cómo ni porqué, se quedó sin alma. “No pues Dávila. Usted que es inteligente, no invente nada. En periodismo, ya todo lo inventaron los ingleses y lo siguieron los norteamericanos. Todo está inventado. Usted, copie y acriolle. Escriba esos cuentitos que le salen tan bien y escríbalos por capítulos, ya verá cómo van a pegar. Esa es la telenovela del periódico”. Y así y podría ser hasta ahora, si existiera otro libretista para “la telenovela del periódico”. Pero, parece que no hay, pues. Y yo, ya estoy en otra.  La serie periodística, como género, se refiere a las antiguas “Stand comedy”, en las cuales, por ejemplo, se llegaba “al punto cumbre” del capítulo, cuando “El jovencito”-galán estelar- iba a besar por primera vez a “la niña”, heroína juvenil. Pero… en ese justo momento, la madre, o tía de la chica, irrumpía sorpresivamente en la habitación, frustrando el chupetín. Entonces, una rotunda “cortina musical” ocupaba el espacio-sonoro en este caso- luego se “pasaba a comerciales” y, finalmente -en el caso de la TV- un locutor  en OFF, formulaba la intriga: “¿Besará realmente Johnny a la bella “Chichi Girl”? ¿Logrará la intrigante Penélope, destruir este romance?… ¡No se pierda el siguiente capítulo de esta historia de amor y dolor, que escribió la vida misma!… por cortesía del “Detergente de Moda” y etc… quedaba asegurada la audiencia, o el tiraje de la próxima edición.

En el Perú, se desarrolló este mismo sistema, empezando por “La Era de Calígula”, coincidente con la TV Serie, con gran éxito de un naciente periódico, que luego continuó presentando la biografía de los más controvertidos personajes políticos, como Ravines o Haya de La Torre, por ejemplo. El éxito fue significativo. Hoy no se continúa el sistema, porque –aunque parezca extraño- el periodista que redactaba las series,(es decir quien esto escribe) está ausente de los “medios”, enfocado en proyectos propios. Y para escribir “en serie”, hay que tener “alma de novelista”, condición que puede desarrollar cualquier buen periodista, que se asome a “la subliteratura” y quizás más adelante se convierta en escritor profesional.

El “Fenómeno Ray Bradbury”, otro detalle que marcó el exitoso inicio de “La era de la ciencia ficción”, que habría de florecer fabulosamente en Estados Unidos, Europa y luego en todo el mundo, fue la exitosa aparición de un “periodista de pueblo”, llamado Ray (Por Raymond) Bradbury, quien se dedicaba a escribir cuentos localistas, hasta que de pronto, como suelen producirse los “chispazos” de la creatividad, concibió un “Short Story”, al cual tituló: “Crónicas Marcianas”, en el cual, “inventaba viajes a Marte, por determinados “astronautas héroes”, idiomas supuestamente “marcianos”, la arquitectura del “Planeta Rojo” y su presunta organización socio-política  y desde luego, romances “interplanetarios” y conflictos de todo tipo. Demás está decir que Hollywood, “recogió el guante” y contrató de inmediato a este “escritor de pueblo”, que se hizo famoso… y millonario, tras construir el libreto de “Odisea del espacio”, que asombrosamente, resultó orientando ciertas “realizaciones” y “detalles”, en las naves aeroespaciales y hasta la vestimenta de los astronautas, con lo cual se demuestra indiscutiblemente que incluso “un modesto periodista pueblerino”, empleando a fondo su imaginación y puliendo “su estilo”, puede -por así decirlo- “llegar más allá de las estrellas”.

Corría 1960 y, para el periodismo y la literatura mundiales, acababa de inaugurarse “La Era Bradbury”.

Porque a partir de “Crónicas Marcianas”, “El Hombre Ilustrado”, y “Remedio para melancólicos”, Ray Bradbury impuso en el mundo, un estilo que asombrosamente logra combinar el periodismo-su profesión original-  con la gracia impecable del “párrafo corto” y el “remate”  soñador y hermoso del “ensayo poético”.

Desde entonces, en todas las “Escuelas” periodísticas, se impuso a manera de “ejercicio” para los jóvenes aprendices  estudiantes: “leer, ensayar y como tarea formativa,  familiarizarse con “el estilo Bradbury”, imitado en el mundo entero y no sólo por los escritores de “Ciencia Ficción” (Todos ellos, de un modo u otro imitan al “Gran Ray”), sino a muchos jóvenes escritores, sobre todo latinos, que surgieron después del “Boom Latinoamericano” que estremeció los comentarios y las vitrinas de todo el mundo.

LOS SECRETOS DE RAY

Los “secretos” que impulsaron el surgimiento y la triunfal carrera de Ray Bradbury, “son pocos, pero son”.

Y podrían servir como “consejos esenciales”, para todo aquel que asuma el periodismo, con auténtica vocación y como “El gran amor de su vida”. Los demás, que vendan automóviles, por ejemplo.

Ray Bradbury, es el innegable amo del “Párrafo Corto”. Es decir, una frase de no más de doce palabras, que sintetiza -en buen uso gramatical, además- una situación o detalle importante de lo que se está narrando.

En uno de sus cuentos, que habla de una auténtica sirena varada agonizante en una playa, donde es descubierta por un muchacho que se enamora de ella y le roba el cálido beso de sus dieciocho años, el “Gran Ray”, dice: “Ella, quiso sonreír, pero, la muerte le cerró los ojos” – lo cual es tan sólo una pequeña muestra de lo que puede hacerse con un “párrafo corto… inspirado en el amor imposible, que es la más bella frustración emotiva, conforme lo demostró otro genio: William Shakespeare, en su clásica inolvidable, inmortal himno de amor: “Romeo y Julieta”, que no termina de protagonizarse en novelas, obras teatrales e incluso aclamadas operetas de Broadway.

El amor, ya sea en la descripción de un promisorio matrimonio de dos famosos, un pleito de celos, e incluso un crimen pasional, es “la emoción estrella”, para la base del relato periodístico y literario.

Y así como existe “el deporte base”, es decir, el atletismo, en el fundamento de futbolistas, boxeadores, etc. Que anhelen verdaderamente el triunfo, ya que sin “estado físico”, visión de autorrealización y  esfuerzo sistemático, no se consigue nada notable en cualquier actividad humana, quien esto escribe, recomienda, aconseja, como el veterano hombre de prensa que es: leer y copiar a Ray Bradbury, en la totalidad de sus obras. Ya que quien hoy se prepara para el periodismo, será de todos modos –siempre que la vocación lo acompañe- un “redactor del futuro”. Y, probablemente, un innovador “profeta” de realizaciones interplanetarias, que –quién sabe”, estarán mañana o pasado mañana, literalmente “A la vuelta de la esquina”.  No como burda imitación, o plagio, sino como “ejercicio clave”. Leamos e imitemos a Ray Bradbury, si queremos aprender a escribir, redactar y reportear a los personajes y acontecimientos del futuro, en cuyo sorprendente espacio, nos ha tocado vivir y desempeñarnos, con solvencia, sintética brevedad y… poética belleza. Que nadie logre jamás, frustrar nuestros más valioso sueños. El periodismo, es nuestro camino. Sigámoslo con ideal sueño y con valor. Que la historia nos alumbre. ¿Y… saben cuál fue el postrer consejo que “El Gran Ray” legó como invalorable herencia a todos y cada uno de los jóvenes aprendices de periodista?: “Huye de quien no te valoriza”. Con todo mi cariño a mis jóvenes estudiantes de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Hoy es el futuro. Y ya hablaremos en él.

Muchas gracias, por compartir mis sueños.

 

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