La extraña cura de silencio de Keiko y Kenji Fujimori

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Tras los enfrentamientos que colapsaron a Fuerza Popular, cuestionaron el indulto humanitario al expresidente, Alberto Fujimori y provocaron la renuncia del ex mandatario,  Pedro Pablo Kuczynski, los hermanos Kenji y Keiko Fujmori, parecen guardar una indescifrable  cura de silencio.

Para variar, en esta charada de sombras y movidas subterráneas, la  congresista Yeni Vilcatoma pidió que el presidente de la República, Martín Vizcarra, aclare si mantuvo una reunión con el hoy suspendido congresista de Fuerza Popular , Moisés Mamani , el día que asumió el cargo como mandatario llegando incluso a comentar que lo recibió en paños menores.

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Sin dar mayores explicaciones, Vilcatoma “exigió” que el presidente conteste y que también explique cuál fue el tema de conversación pues esto permitiría conocer “el origen de su mandato” dejando flotar un aire conspirativo que más parecía una broma de mal gusto.

Para complicar aún más el escenario, el presidente del Congreso, Daniel Salaverry, confirmó que fue presentado un pedido formal respaldado por unos 55 parlamentarios para que Kenji Fujimori, Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel regresen a sus funciones, por cuanto solo se les suspendió por 120 días, provocando nuevas correteaderas entre los de la vincha naranja.

“Especialistas y asesores van a revisar ese tema, pero no es un tema personal. Es un tema legal […] Más allá de las simpatías o no que podamos tener los congresistas con estas tres personas, vamos a revisar el reglamento, las normas y, dependiendo de las conclusiones a las que se llegue, se tomará una decisión”, señaló Daniel Salaverry.

Para variar, Kenji Fujimori  parece entrar en este juego de sombras.

“Quiero agradecer la buena fe, la noble intención y las muestras de solidaridad de mis buenos amigos del Congreso, pero insistiré una vez más: la lucha ahí no es contra la corrupción, sino por el poder”, dijo el menor de los Fujimori.

Para variar  el expresidente Alberto Fujimori no se cansa de repetir que su mayor deseo es que sus hijos, Kenji y Keiko, se amisten  políticamente ante lo cual los hermanos, fratricidas políticamente, prefieren guardar sepulcral silencio.

Mariella Balbi  El dedo en la llaga

En este maremágnum de corrientes encontradas aparentemente, la columna de la destacada periodista Mariella Balbi brinda mayores elementos de juicio que es necesario destacar por lo que, a continuación , reproducimos su columna textualmente:

Pese a ser una prerrogativa presidencial incuestionable, el indulto a Alberto Fujimori fue fruto de una componenda o negociación para que el Congreso no vacara al ex presidente Kuczynski. Torpemente, Kenji Fujimori dividió a su fuerte bancada, creyéndose el gran triunfador. Craso error. El fujimorismo, keikistas y kenjistas, terminó diezmado.

Hoy, Alberto Fujimori (AF) está en prisión y enfermo. Tal vez lo más cruel del sainete es que tuvo una libertad fugaz. Difícil que salga de esto. Los deudos de La Cantuta y Barrios Altos tienen también derechos y argumentos, y los harán valer.

Nuevamente, el gobierno utiliza este asunto para dinamitar a los keikistas. Continúa empoderando y manejando a los fratricidas, quienes repiten el mismo error, creyendo que el líder fujimorista saldrá libre. Les han regalado una bancada de nueve congresistas, Cambio 21, que apenas tiene un representante en el Consejo Directivo del Congreso.

Indudablemente serán comparsa del gobierno con una ‘monoidea’: que salga el ‘Chino’, a quienes varios no conocen. El Ejecutivo utiliza bien esto y, como antaño, Alberto Fujimori se convierte en una moneda de cambio. El presidente se pronunció hace días por la prisión domiciliaria para el fundador del fujimorismo.

Pero no mencionó que en octubre de 2018 observó el proyecto de ley al respecto presentado por Fuerza Popular (FP). El mandatario declaró que “ameritaba debatirse y buscar un consenso necesario entre todas las fuerzas políticas”. Convenientemente cambió de opinión. Lo evidente es que ha ‘logrado’ que los kenjistas arremetan contra FP en el Parlamento donde se ha organizado un frente común antikeikista.

El actual presidente del Congreso obtuvo su curul gracias a la arrolladora votación obtenida por el fujimorismo en las elecciones de 2016. Una cifra imponente: 73 parlamentarios. Suficiente para que el estilo de Shakespeare (traición, odio, intrigas) se impusiera en el Parlamento, la institución fundacional de los gobiernos democráticos.

En nuestra historia republicana se ha visto de todo, caudillos, políticos pillos, deshonestidades y sobornos. Pero nunca como hoy el presidente del Congreso, elegido exclusivamente por Fuerza Popular, pasó a ser un fiel escudero del Ejecutivo, su ex rival político. Las razones no son claras, aunque deben ser poderosas. De hecho no es un tema de convicción doctrinaria.

Los más curtidos sostienen que todo el cambalache que vivimos es para imponer al caballazo el cuestionado acuerdo con Odebrecht. Una negociación que hace agua por donde se mire y que descalabrará al Perú, también al régimen. Entre tanto, ningún congresista será reelegido y será difícil que Alberto Fujimori deje la prisión. Atila se queda chico.

 

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