La mujer tatuada

 

Apelo a la generosidad de los buenos amigos que leen este “blog”, para que haciendo un ejercicio de memoria, pongan en pantalla el primer capítulo de esta crónica interrupta, que relataba una de mis aventuras como Director de cierto diario, cargo en el cual desplegué mi experiencia como “Jefe de Policiales”, en más de diez diferentes medios de comunicación.

Así tomé la pista de cierto cadáver de una bella mujer cubierta de tatuajes, bailoteando sobre las olas, en las proximidades de la isla San Lorenzo, en junio de 1997.

Sobre su sien izquierda, en juego dramático con sus diversos tatuajes, aparecía una herida en diagonal descendente, se diría causada por la culata de una pistola de alto calibre.

El caso, era más que sospechoso y puse a mis principales “sabuesos” de esos tiempos, a investigar a fondo.

El tema se complicaba cada vez más, pues a cada avance de nuestras indagaciones periodísticas, determinadas autoridades se esmeraban por enredarlas más, tratando de “cerrar el caso” lo más pronto posible.

Al interior de la empresa en la cual, yo trabajaba, cierto miserablillo, inventó el cuento de que C.A.D. trataba de hacer un folletín, en base a “un accidente de una dama, que “seguramente” trataba de tomar un baño (con vestido completo, incluidas joyas y un largo historial como campeona de natación, lo cual habría impedido su ahogamiento, a no ser que estuviera privada del conocimiento a raíz del culatazo en la cabeza).

El miserable de esta historia-quién sabrá nunca a cambio de qué- logró que se me impidiera continuar investigando, mediante el falso alegato de que la Embajada de Italia, nos haría un juicio millonario y otros dengues, seguramente muy bien remunerados, porque de todo hay en el periodismo.

Bueno, otras intrigas y otras circunstancias, me alejaron del periódico cuyo tiraje y nivel informativo elevé considerablemente, en tanto el canallete aludido, renunció al periodismo y se convirtió en empresario.

En cuanto al caso de “La Mujer Ilustrada”, cayó en el olvido- por ese entonces, la policía, aún no estilaba titular como “ajuste de cuentas”, cualquier cosa que no entendía, o no quería entender-
Y así pareció morir el asunto. Pero no.

Yo marché al desempleo como tantas veces y no quise saber nada del periódico que había dirigido. Sin embargo, hace muy poco, al revisar mis archivos, encontré una inteligente crónica de Ernesto “Chiquillo” Chavez Alvarez, uno de mis más brillantes discípulos en “Policiales”, en la cual, se identifica plenamente a la dama del cuento, por más que de su asesino-que indudablemente lo hubo- nunca se supo o…se quiso saber.

Y como perla e este negro collar, adjunto una reproducción de este trabajo de un periodista honesto y estudioso. Ahora la “Universidad de Periodismo Jaime Bausate y Meza”, acaba de anunciar un curso de especialización en “periodismo policial”, me gustaría que me inviten a participar en este dictado académico. Algo sé del asunto, -y puedo demostrarlo- por si acaso.

 

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