La otra batalla de Felipe

 

Trabaja en las universidades de Duke y de Campbell. Se pasa más de dos horas manejando cada día. Tiene una compañía de informática. Es pastor y consejero de enfermos con males difíciles. Es esposo y padre de cuatro hijos propios y varios más de crianza y cariño. Vive en Carolina del Norte y es natural de Pacasmayo.

Algo más… Mi paisano Felipe Polo Wood tiene miastenia gravis.

La MG es una enfermedad limitante y sin embargo, no le impide hacer lo que hace todos los días ni mucho menos escribir para quejarse.

Ocurre sencillamente que hoy a las cinco de la mañana publicó en Facebook un texto sobre el mal que padece. Lo hizo porque junio es el mes de campaña contra la miastenia gravis, y por lo tanto quiere lograr que tanto los pacientes como sus familiares y amigos tomen conciencia de lo que ella significa exactamente y acerca de cómo puede ser diagnosticada. Está en campaña.

A las 5 y cuarto de la mañana o sea 15 minutos después de publicado su post, lo llamé por teléfono para decirle que me sentía muy orgulloso de ser amigo suyo por su generosidad y valentía.

Pero, ¿qué es miastenia gravis?… Es una afección nerviosa que implica la paralización de todos los músculos y, eventualmente, la muerte. Sus síntomas son: cansancio agudo, falta de fuerza muscular, caída de uno o ambos párpados, visión nublada, marcha inestable, dificultad para subir escaleras, dificultad para sonreír, trastornos en el habla.

Hay otros más, y sin embargo, hay médicos que no han tenido un solo paciente de MG en toda su vida y enfermeras que ponen los ojos en el cielo cada vez que Felipe les advierte, al entrar al hospital, que tiene ese mal.

Cuidado: es necesario conseguir el diagnóstico a tiempo. El profesor Polo Wood no lo consiguió sino después de que -durante 40 años- los médicos le habían supuestamente descubierto decenas de enfermedades. “Ese fue el peor tiempo de mi vida”, me dice. “Ahora que ya sé lo que tengo, tomo una pastilla cada cuatro horas, y estoy libre de los síntomas”.

Añade: “Cuando le conté a un doctor en una charla de sobremesa que tenía MG me miró a los ojos y dijo, ¿seguro? no parece, tus ojos se ven normal…A los pacientes de MG se nos dice copos de nieve precisamente porque ningún paciente tiene los mismos síntomas”.

Si mis lectores ven televisión y son fans del doctor House, podrán recordar un capítulo en el que un atleta está tendido sobre la camilla del hospital. Se le han hecho múltiples pruebas y nadie da con el problema que lo mantiene inmovilizado y que impide incluso que sus párpados se muevan. Se le ha diagnosticado muchas dolencias graves, pero no es posible curarlo.

Entonces el alocado doctor House sonríe de oreja a oreja y dice: “Esto es lo que he estado esperando toda mi vida”.

Luego toma una hipodérmica vacía y clava la aguja en la pierna del paciente. “!Ay!”, grita este, da un salto sobre la camilla y comienza a correr por los pasillos del hospital. Está curado…pero huye, por cierto, del doctor House.

Lo que la atleta tenía era MG.

Me uno a la batalla que da Felipe, y quisiera que esta nota llegará hasta quienes no son habitualmente mis lectores con el fin de que todos participemos en la guerra para lograr mejores métodos de diagnóstico y curación.

Hace algunos años, acompañé a Felipe mientras visitaba a un enfermo. Mi paisano estaba muy ocupado y me pidió que lo atendiera… y que tal vez le diga algunos consejos.

-“¡Adiós!”- me dijo el hombre.
Creo que respondí: recuerda, hermano, que adiós significa hasta Dios, hasta encontrarnos en Dios. Y recuerda también que Dios está allá y acá, afuera y adentro, abajo y arriba, en los que creen y los que no creen, y si recuerdas esto, todo el tiempo estarás hablando con Dios.

 

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