La pausa aliancista sin fecha para acabar

 

En Alianza Lima ni los susurros de una pronta enmienda calma las ansias de triunfos que el pueblo blanquiazul reclama y exige bajo el mando del entrenador chileno Mario Salas.

El equipo del comandante no está enchufado al estilo pícaro de los descendientes de ‘Manguera’ y el peso light del actual plantel está distanciado a  los más cercanos del glorioso pasado con César Cueto, José Velásquez, Cholo Sotil o Teófilo ‘Nene’ Cubillas, refleja latente preocupación.

En los cuatro partidos desde el reinicio de la Liga 1 Alianza Lima no muestra algo sustancioso, con un fútbol galáctico de barrio sin vida, peca de inofensivo, precario, entregado, con armazón de cemento desarmado.

Es difícil saber lo que pueda ocurrir en el camarín, se evidencia en la cancha la escasez de atributos futbolísticos se trasluce en los pobres resultados un mensaje de falta de liquidez que hace de Alianza Lima un inquilino precario de la Liga 1.

En Matute los discursos conciliadores de los dirigentes no calman la falta de resultados, pero en este negocio del fútbol mandan los números  y nadie puede decir si este globo se infle en demasía y reviente.

Claro está que un cambio de rumbo provocará una distinta lectura. Una victoria aliviará la amargura que en Matute se sobrelleva con reojo. Un buen resultado será el ungüento que refresque las heridas.

Es que Alianza Lima está obligado a responder a un status ganado con los años, de ser protagonista y llevar el peso de un título en la mochila.

Otro componente de lo que sucede en Alianza Lima es la falta de compromiso de algunos jugadores e incluso el desacato de sobrellevar una conducta de un código de disciplina quebrantado con deslices conocidos.

Deza y Ascues en inicio de año dañaron la imagen de la institución con un comportamiento que acabó con la separación de uno de ellos que fue contratado posteriormente por Binacional.

Corregido el motín de indisciplina se pensó que se podría recuperar el orden futbolístico y llegarían los triunfos como respuesta a la confianza del entrenador y dirigentes.

El problema de Alianza Lima es distinto a otros clubes que pelean la permanencia y empujan sus ilusiones a mirar la clasificación a alguna participación en un certamen internacional.

Ahora mismo el elenco blanquiazul tiene la Copa Libertadores como la mejor coartada de poder rehabilitarse tras un comienzo infeliz al caer derrotado por Nacional de Uruguay y Racing de Argentina.

Así, Alianza Lima tiene un edificio por construir, buscando que no se desarme para que el año no acabe por sepultar el trabajo de los dirigentes que armaron esta temporada un ‘Dream Team’  que no ha respondido a la apuesta directriz.

Mario Salas acá en el Perú tiene un buen crédito por lo hecho con Sporting Cristal. La repetición es un anhelo y se quiere no se convierta en un cambalache fallido porque hasta el momento el Comandante está camino a ser degradado, Plop.

 

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