La pequeña “tribu” de los pesimistas

 

Estos son tiempos difíciles para todos. La pandemia del coronavirus preocupa a la mayoría de las personas y, sin embargo, ellas no se encuentran con los brazos cruzados. Están cumpliendo con las recomendaciones de los responsables de defender y proteger la vida y la salud. Las más recientes encuestas de opinión, muestran que existe una corriente positiva y de sacrificio, diferente a la habitual forma de coexistencia diaria. Podría afirmarse que tenemos un pueblo optimista, constructivo, que escucha y practica lo que es necesario en estas circunstancias. La comunicación positiva va de unos a otros y se multiplica con eficacia. El ser humano, en este caso concreto, del Perú, le está dando paso a la experiencia de otras tragedias y la razón a lo experimentado.

Esto nos hace recordar los pacientes estudios del memorable médico y naturalista, Charles Darwin, el mismo que viajó por tierras suramericanas en las primeras décadas del siglo diecinueve, en un afán científico sin paralelo. La investigación le permitió una riqueza formidable de conocimientos sobre la fauna, la flora y las condiciones geológicas de los climas tropicales, subtropicales y templados. Tales estudios hicieron factible la publicación de su libro: “El origen de las especies por selección natural” y la afirmación de una merecida fama. Posteriormente y dentro de una lógica controversia, ratificó su prestigio con la presentación de su obra: “El origen del hombre”. Aquí explica que los seres humanos descienden de una organización inferior.

Darwin hace ver, en este último texto, que el sentido moral o conciencia del ser humano es “un elevado y completo sentimiento nacido de los sentimientos sociales, fuertemente guiado por la aprobación de nuestros semejantes, regulado por la razón y el amor propio”, subrayando que de por medio existe una unión en el hábito y la instrucción. Analiza y va más allá al señalar: “Conviene no olvidar que, aunque un elevado grado de moralidad, no proporciona a cada individuo y sus hijos sino ventajas muy ligeras o casi nulas sobre los otros hombres de la misma tribu, con todo, cualquier aumento en el número de los hombres que tengan buenas cualidades, y en el grado de moralidad de una tribu, tiene necesariamente que proporcionar a ésta inmensas inmensas ventajas sobre las otras. La tribu que encerrase muchos miembros que, en razón de poseer en alto grado el espíritu de patriotismo, fidelidad, obediencia, valor y simpatía, estuviesen siempre dispuestos a ayudarse unos a otros y a sacrificarse a sí propios por el bien de todos, claro está que en cualquier lucha saldría victoriosa de las demás: he aquí una selección natural. En todos los tiempos ha habido en el mundo tribus que suplanten a las otras y siendo la moralidad un elemento importante para el éxito de sus empresas no cabe duda de que, cuando más y más morales sean los miembros de una tribu, tanto mayores serán sus tendencias a medrar y crecer”.

Decía al inicio de esta nota que nuestra ciudadanía tiene en las actuales circunstancias, de una pandemia comparable quizá a la “peste negra” del siglo XIV, un comportamiento ejemplar y sacrificado. Un 97 por ciento está de acuerdo con las medidas de emergencia nacional y sanitaria. Las viene asumiendo con gran fuerza moral y valor. Sin embargo, existe un pequeño margen de gente pesimista, negativa, que ven el mundo al revés. Siempre tienen un problema cuando de por medio se plantea una solución. Conjeturan que habrá un saldo de 125 mil muertos arrasados por el virus, que es menester adoptar medidas que no afecten tanto a la economía, por ejemplo, lo referente las normas laborales, etc. En esa pequeña tribu de pesimistas, hay quien se atreve a calificar de sobonería al presidente y al gobierno, hasta rentada, por alentar las medidas ya conocidas en favor de la vida de los peruanos. Igualmente quien reclama transparencia al gobierno y reconocer que no está preparado, al mismo tiempo que da rienda suelta a su “creatividad”, al hacernos saber que estamos en la “era del autochantaje moral”. Esto porque “hago y digo lo que me hacer quedar bien ante los demás”.

Claro que esa reducida tribu de la especie de la calamidad humana, tiene derecho a la libertad de expresarse como quieran, pero en respuesta y con idéntica libertad, parafraseamos a Charles Darwin, para decirles que carecen de calidad moral, para contradecir lo que piensa la enorme mayoría de ciudadanos. La sabiduría del pueblo es evidente.

El Perú es más grande que sus problemas

 

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