“La Reina” descalza

 

Quizás usted lo ignore -lo cual no es pecado, sino ausencia de saber- que la más grande de las “bailaoras” gitanas que ha conocido este mundo, fue la genial Carmen Amaya… y lo que voy a relatar, lo debo a una gentil gitanilla que fue mi amiga, una noche triste, hace ya, sentidos largos  almanaques.

Danzando sobre su merecido cartel de “Reina de la Gitanería”, la “Gran Carmen” llegó a París, escoltada por una breve legión de gitanos, uno de los cuales -por asunto de necesidad-, “parlaba el franchute”, al mismo nivel que el gran “mataor” llamado “Cagancho”, quien, – según cuentan- informado de que en un palco de “Sombra” estaba –y muy bien acompañado-, nada menos que el Rey de Francia, le brindó el toro, diciendo en atropellado “caló” de sevillanos:  “Esto va por vú, por la esposa de vú y por  toos los vúes de Francia”, y cuentan los “cabales”, que aquella tarde, toreó “como los dioses y para los reyes”.

Como los grandes toreros que la historia alumbra.

-Bueno, pero volviendo a la genial Carmen “La Gitana de los Pies de Oro”, cierta noche volvía de una de sus triunfales presentaciones teatrales parisinas y, a la puerta del lujoso hotel que la albergaba, advirtió a un “clochard” (mendigo), que  tocaba un maltratado acordeón bajo la lluvia. Y lo hacía con tal desventura, que nadie dispensaba una moneda a su menesteroso sombrero.

Y entonces, Carmen -que no hablaría francés pero tenía un corazón de oro-, llamó a su intérprete mientras se iba descalzando y le chamulló: “Quiero que le digas a este “gachó” (anciano), que va a bailar para él, una gitana sin zapatos”.

-El intérprete por poco se queda mudo, pero no tuvo más que obedecer y cumplida la orden, repreguntó a la estrella: “Dice que qué va a bailar usté”- “Díle, que yo bailo lo que él toque y que toque lo que le dé la gana. Y a los otros vúes (franceses en caló), diles que a mí, me pagan miles por verme bailar, pero que a este gachó muerto de frío, le voy a bailar por naa y sin zapatos. Y díles también, que le echen un buen parné (dinero) en el chumbero (sombrero).

-Establecido lo cual, el mendigo- que casi no entendía lo que estaba pasando, se arrancó con una “tarantella italiana”, que Carmen bailó genialmente, acompañándose a las castañuelas, convirtiendo la “tarantella” en algo así como una “seguidilla” de gitanos, mientras los curiosos que ya eran más de cien, arrojaban billetes (no monedas), al “chumbero” tendido bajo la lluvia.

Terminada su tremenda improvisación, la Gran Carmen, agradeció a su eventual público, con una reverencia y pidió a “Undebé” (Dios, en caló), que los bendijera a “toos ustees”, dicho lo cual, se acercó al “clochard”, lo besó en la  frente y le dijo: “Abríguese, buen hombre, que puee usté coger un mal aire”. Y se marchó airosa, cual banderillero triunfal, en medio de  encendidos aplausos de los “vúes”, que jamás llegarían a saber que acababan de asistir a un milagro de humildad. De esos, que se ven una sola vez en la vida. O los escucha bajo otra lluvia, un muchacho fugitivo, que supo acariciar a cierta gitanilla, mientras giraba el mundo de quienes no entienden los misterios del futuro.

 

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