Mariátegui, Norka, Tórtola… destinos distintos

 

José Carlos Mariátegui olvidó pronto a Norka Rouskaya porque estaba ya sumergido en la política y desde el diario El Tiempo atacaba con denuedo al gobierno civilista de José Pardo. Y cuando no fue suficiente convocó a un grupo de amigos para fundar el diario “La Razón” que fue decisivo para la derrota de Pardo y la toma del poder por Augusto B. Leguía (puede verse nuestro libro “La Razón del joven Mariátegui. Historia del primer diario de izquierda. Ediciones La Voz. 2da. Edición. Lima, 2016.). Lo que sigue es historia conocida.

¿Y las bailarinas? La Rouskaya bailó sin cesar por varios años más, dejando grata huella en México y las principales ciudades españolas, donde fue muy ensalzada, como leemos en el ABC de Madrid del 5 de noviembre de 1924: “El público de La Comedia aplaudió ayer en justicia, reiteradamente, a esta gentilísima artista, hermosa mujer de líneas correctas y elegantes, violinista muy estimable y danzarina de fama mundial, por sus interpretaciones, en las que pone todos sus entusiasmos y sus más encendidos fervores”.

Como era costumbre entonces, no vaciló en inventarse una historia publicitándose como “Baronesa Rouskaya” y permitiendo que algunos periodistas afirmaran que era una noble rusa que había logrado escapar de la furia bolchevique. No sabemos nada más de la bella que era suiza-italiana y se llamaba Delia Franciscus. Las últimas menciones periodísticas datan de aquellos años.

Sobre Felyne Verbist también se habla en España en la misma época, elogiándola. En la revista Blanco y Negro del 18 de marzo de 1925, reseñan su actuación en el Teatro Fontalba: “…magistral bailarina de bella y eurítmica figura, fue justamente ovacionada tanto por sus interpretaciones, a las que aporta su expresivo gesto, como por sus creaciones, en verdad insuperables”. Luis Alberto Sánchez afirma que más tarde abrió una academia de danza en Buenos Aires.

-Pero Tórtola era la gran estrella

Pocas de las grandes bailarinas de la Belle Epoque han pasado a la historia y de las españolas solamente dos, Delia Otero, “La Bella Otero” y Carmen Tórtola Valencia, “Tórtola Valencia”. La primera triunfó en las capitales europeas e incluso en Nueva York, la segunda hizo su fama en España y en América, llegando a este nuestro lejano país.

“Era una mujer inteligente, esnob, cultivada, ególatra y libre”. Así describe a la Valencia su biógrafa María Pilar Queralt de Hierro, quien devela además que la bailarina murió soltera en Barcelona en 1955 acompañada de su amiga Angela con quien mantuvo una relación de muchos años.
La historia de su vida es apasionante y se cuenta que era tan atractiva que no tenía problemas para suscitar ardores amorosos entre los hombres. Muchos, como José Carlos Mariátegui por ejemplo, fueron fascinados por sus encantos y talentos. Supo retirarse a tiempo y bailó por última vez en Quito en 1930, cuando aquel Estilo Mata-Hari ya no era apreciado por los grandes públicos.

FIN

–Algunos textos sobre esta historia

Con ocasión de recordar que han pasado cien años desde aquella noche en que Norka Rouskaya amagó una Danza Fúnebre en el Cementerio provocando un escándalo de modestas proporciones limeñas, han sido publicados varios textos importantes. Debemos agregar que la Asociación Amigos de Mariátegui, que sesiona regularmente en la Casa-Museo José Carlos Mariátegui, organizó un simposio especial en el que se presentaron ponencias sobre el histórico evento.

Destacamos la conferencia de Gustavo Espinoza “Norka Rouskaya y la censura política” que puede leerse en su blog: https://nuestrabandera.lamula.pe y que contiene valiosos datos sobre la historia y el contexto del suceso que escandalizó a unos y provocó la división de los periodistas.

También recomendamos ver el artículo que publicó en el suplemento dominical de El Comercio el nieto del ilustre Amauta, José-Carlos Mariátegui Ezeta, “El baile de Norka Rouskaya” (05.11.2017. pp. 4-5).

El libro de William W. Stein “Mariátegui y Norka Rouskaya” (Biblioteca Amauta. Lima. 1989) es una magnífica fuente para seguir el caso, además por supuesto de las numerosas informaciones de los periódicos de la época.

Y sobre los colegas y sus afanes por organizarse está nuestro texto “Los periodistas. Historia del gremio en el Perú” publicado en 2da. edición por la Asociación Nacional de Periodistas en el 2003.

Quienes deseen seguir en detalle a las bailarinas encontrarán muchos datos en periódicos españoles que pueden ser consultados gracias a la portentosa Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

Un libro indispensable es “Arruíname pero no me abandones. La Bella Otero y la Belle Epoque”, de Figuero y Carbonel. Espasa. Madrid. 2003”, y “Tórtola Valencia, una mujer entre sombras” de Queralt, Lumen, Madrid, 2005).

 

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