Medios de manipulación

 

El argumento en realidad no es nuevo. Los medios de comunicación, ¿no fungen con frecuencia como medios de desinformación?, esta desinformación cuidadosamente estudiada, ¿no los convierte en medios de manipulación? ¿Por qué? Pues porque nos inducen a mirar en un sentido, ocultándonos de forma premeditada, consciente y estudiada una parte consistente de la realidad. Es como el hábil ladronzuelo, que mientras nos hace mirar un objeto que reclama nuestra atención, nos distrae de su cómplice que nos roba la cartera.

Generalmente esa manipulación es solapada, nos es difícil apercibirnos de que estamos siendo inducidos a mirar en un sentido para generar un punto ciego, punto ciego que, casualmente, beneficia al patrocinador de los medios informativos. No es fácil darnos cuenta, pues ordinariamente, es a través de ellos como nos asomamos a la realidad. Sin sus servicios no podríamos conocer lo que sucede en el mundo. El drama está precisamente en eso, en que ellos deciden, con base en criterios que no son claros, evidentes ni públicos, cuál parte del mundo muestran y cuál ocultan.

A veces, sin embargo, su parcialidad resulta ostentosa. Cuando muere un hombre del “primer mundo” (un Francés, por ejemplo, en un atentado), aquello es noticia mundial, produce una honda consternación. Pueden morir miles de africanos (no exagero, se cuentan por miles los cristianos asesinados por odio a la fe en Nigeria durante el 2016) y no dan ni para un minúsculo recuadro del más importante diario local. Tristemente, tal discriminación se debe a un implícito racismo de los medios, el cual carece de malicia, pero no deja de ser doloroso: no lo publican, porque –piensan- a nadie le interesa, no es noticia.

Otras veces ese ocultamiento responde en realidad a motivos políticos y económicos. Es más difícil de descubrir, o si uno se da cuenta, generalmente es después de atar cabos, dejar correr la historia y enterarse con retraso de lo que no nos han contado. Pero en ocasiones es tan patente, que resulta imposible no darse cuenta, máxime gracias a las redes sociales, que frecuentemente funcionan como contrapeso de los medios institucionalizados, muchas veces serviles a intereses políticos y económicos.
Dentro de este último grupo, podemos englobar, por ejemplo, el silencio mediático en torno a la “Marcha por la Vida” que tuvo lugar en Estados Unidos el pasado viernes 27 de enero, a la cual asistió, por primera vez, un Vice-presidente de aquel país, recordando los 44 años de la despenalización del aborto, durante los cuales, se calcula, han sido asesinados en el vientre de sus madres 58 millones de americanos. El hecho de contar con Mike Pence (Vice-presidente), de recibir un mensaje de apoyo por parte de la Santa Sede, o de contar con una nutridísima participación, gracias también al entusiasmo de tener a importantes líderes pro-vida en la actual administración de los Estados Unidos parece no importar. Es decir, los medios de comunicación nos están diciendo: “no nos interesa que mires en esa dirección, por eso callamos”.

Curiosamente, esos mismos medios han dado una importante cobertura a las marchas de mujeres contra Donald Trump. Es decir, nos están diciendo: “queremos que veas en esta dirección, por eso informamos”. Personalmente no estoy a favor de Trump, su política proteccionista me parece bastante cuestionable, así como su modo de manejar la relación con México. Me agrada en cambio su postura pro-vida. No me gusta dividir el mundo entre buenos y malos, pues me parece simplista. Lo que realmente me parece lamentable, es la burda manera con la que los medios, en lugar de ser informativos, se convierten en medios de manipulación y desinformación. En el fondo, están sometidos a ocultos intereses económicos y de poder. Cabe aplicarles los mismos criterios que la gente con criterio aplicaba a la prensa comunista. Leían a la inversa las noticias, pues sabían que en ellas encontrarían sólo lo que el omnipresente estado quería que encontrasen. Ahora no es el estado, pero son los grupos de poder quienes manipulan a su antojo la prensa, es necesario preguntarse continuamente, ¿a quién beneficia esta noticia?.

 

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