Navidad: lo que importa en la vida

 

La Navidad, creo, debe ser asumida como un obsequio que nos brinda la vida, como un presente que nos invita a ser mejores como personas, sobre todo frente a una permanente crisis de respeto a la dignidad del ser humano. La Navidad tiene un simbolismo que se puede comprender y compartir, en la medida en que todos y todas lleguemos a entender que somos capaces de constituirnos en artífices  de nuestro destino espiritual, cuando tomemos la firme decisión de preocuparnos de ello. Pienso que más allá de la razón, es el sentimiento el que lleva al ser humano a construir un mañana mejor. En lo personal todavía tengo presente los sabios consejos de un maestro en las aulas del histórico Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, en Lima, Perú. Aquel declamaba en voz alta:
No sea cortante. No hay nada más agradable que la palabra amable; sonría. Al fruncir el ceño se necesita alrededor de 72 músculos y sólo 14 para sonreír;  sea amigable y servicial y tenga presente que la mayor grandeza consiste en ganar y conservar amistades; sea cordial y haga de la palabra un medio placentero para usted y los demás; muestre interés y preocupación sincera por los problemas de otros y se convertirá en un promotor eficaz de humanidad.
En esta Navidad recuerdo a esos viejos maestros.¡ Cuánta entrega docente  en la noble tarea de educar! Don Pedro Coronado Arrascue más de una vez me visitó en la sala de redacción del Diario “El Comercio” y en una de ellas, a manera de despedida, no dejaba de recomendarme: “sea equilibrado en el elogio y medido en la crítica”. Además de la talla de esos profesores, en esta oportunidad viajo en el tiempo y evoco a guadalupanos y amigos verdaderos como Fray Javier Ampuero Najar, un poco mayor que yo, con quien al terminar de compartir la lectura del periódico, le escuche decir:” haz memoria de las opiniones ajenas y toma en consideración que éstas se enfocan desde tres puntos de vista: la tuya, la del otro y la correcta”.
El recetario es enorme. La vida de periodista nos permite compartir alegrías, amarguras y también enseñanzas, a ser considerados con los sentimientos y creencias de otros, de estar alertas para servir a los demás, despojándonos de la envidia, del egoísmo, de la vanidad, del rencor. Estoy seguro que es lo más importante en la existencia humana.

 

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