“No saben con quién se meten”

 

“No saben con quién se meten”. Esta frase intercambiada en el grupo de mensajería interna de los parlamentarios fujimoristas da la medida de la furia que permanece y que se hace más fuerte cuando se sienten desafiados. El llamado Grupo Mototaxi expresa un malestar que puede enrarecer el ambiente político atacando irracional y antidemocráticamente a las instituciones y a las personas cuya conducta no se ajusta a sus expectativas.

Y es lo que estamos viendo. El fujimorismo y su bancada se enfrenta en simultaneo a varias instituciones del Estado y a personas de peso político como represalia ante lo que consideran ataques organizados.

Hace tiempo tienen al Ministro del Interior en la mira, hace algunos días han puesto la puntería a cuatro magistrados del Tribunal Constitucional y ahora se agrega a la lista al Fiscal de la Nación y hasta al presidente Kuczynski amenazado de acusación constitucional si no se ajusta a sus requerimientos.

No están solos pero como bancada dominante deben poner límites a la intolerancia a la discrepancia y a la intemperancia ante el conflicto. Su agresividad contamina a todo este poder del Estado y hace recordar a los autoritarios noventa con sus desencuentros sistemáticos y sus barrabasadas contra la institucionalidad democrática.

Queda claro que se creen intocables, que están molestos por la investigación a Keiko Fujimori a lo que suma la reapertura de la investigación a su ex secretario general Joaquín Ramírez. Y que tienden una cortina de distracción ante los avances de la Fiscalía sobre aportes a la campaña naranja. Que a pesar de las celebraciones de ayer en el Congreso no hay seguridad de que Marcelo Odebrecht los exculpe.

El conflicto y el consenso son dos caras de la democracia. Que gobierno y oposición lo entiendan así, sin frases altisonantes ni agravios insolentes, menos aún amenazas. La gobernabilidad es responsabilidad de todos.

 

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