Noviembre mundialista

 

El mes de noviembre pasará a ser histórico para el deporte peruano con dos logros mundiales que destraba épocas de sequía y que llega en combo con el fútbol y el ajedrez.

Nos agarra una lluvia de éxitos con la frescura del agua que golpea las mejillas y nos hace inmune a renunciar el buen momento irrepetible desde 1977 cuando en marzo de ese año El vóley y el básquetbol (en sus ramas femeninas) obtuvieron sendos títulos sudamericanos y el fútbol selló su pasaporte para jugar el Mundial de Argentina 78.

Si el miércoles 15 de noviembre finalizaba una racha adversa de 36 años para que el fútbol peruano se habría paso con su triunfo a Nueva Zelanda por 2-0 para una nueva participación mundialista, tres días después llegaba la noticia del título mundial en ajedrez lograda por el camanejo Julio Granda.

Una espera de más de tres décadas daba rienda suelta a un derrame de emociones para celebrar la nueva participación peruana en una cita planetaria desde la última ocurrida en España 82.

En Italia, en la localidad de Acqui Terme (Piedemonte), el GMI Julio Granda daba cuenta de su partida ante el alemán Oliver Brendeloliver y se proclamaba campeón mundial seniors en un certamen con presencia de los mejores exponentes del deporte ciencia.

Acá en Lima, todavía con la resaca de la clasificación mundialista para Rusia 2018, el pueblo futbolero no asimilaba la ansiada presencia planetaria. Los goles de Jefferson Farfán y Christian Ramos ya estaban firmados pero costaba ubicarse en el mundial ruso.

Fue un enorme logro atávico para evocar generaciones pasadas donde se refrescaba los nombres de Teófilo Cubillas, César Cueto, Héctor Chumpitaz, Hugo Sotil y Julio César Uribe entre tantos otros que igualmente escribieron su propia historia en el fútbol peruano.

Hoy el fútbol peruano se codea con lo mejor del mundo. Está en el mundial aun cuando se diga que fue a través de una repesca que en nada desmerece su clasificación.

Está el fútbol peruano en una etapa de poder elegir un nuevo camino que no se debe desaprovechar para mejorar lo que se tapa y no se dice, solventar el trabajo con menores.

Es tal vez el mejor mensaje para los dirigentes que no deben perder el norte de potenciar el fútbol a nivel nacional y no ocurra lo sucedido con la larga ausencia mundialista por descuidar precisamente a las divisiones menores.

Habrá que insistirse en que habrá de descubrir una generación nueva pero por ahora hay que festejar que estemos en Rusia 2018 y darle el valor deseado al título de Julio Granda.

 

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